domingo, 8 de marzo de 2015

MENSAJE DEL DOCTOR VICTORINO MÁRQUEZ BUSTILLOS 1917


MENSAJE QUE EL DOCTOR VICTORINO MÁRQUEZ BUSTILLOS
PRESIDENTE PROVISIONAL DE LOS ESTADOS UNIDOS DE VENEZUELA
PRESENTA AL CONGRESO NACIONAL DE 1917.

Ciudadanos Senadores. Ciudadanos Diputados:

La presentación de este Mensaje y de las Memorias ministeriales habíase demorado hasta hoy, porque a raíz de vuestra instalación, vosotros, junto conmigo y los Ministros del Despacho, salimos en compañía del Jefe Benemérito de nuestra Causa, General Juan Vicente Gómez, a la inauguración de la Carretera de los Llanos; magnífica excursión que realizamos sin tropiezos, recorriendo rápidamente en automóvil gran parte de los Estados Miranda, Aragua y Guárico. Todos traemos de la espléndida gira las más gratas impresiones; la cordialidad del General Gómez, las palabras en que, con la austera sencillez propia de su carácter franco, expresa grandes pensamientos patrióticos, que son como el exponente de las energías y virtudes del pueblo venezolano, compendiadas en el alma y el corazón del Repúblico de Diciembre; su entereza de ánimo para ser el primero en arrostrar toda dificultad y superarla tomando para sí -con el mayor altruismo- las penalidades y trabajos que evita a los que le siguen; su fe altísima en los destinos superiores que reserva la Providencia a la Patria si ésta -por medio de sus buenos hijos- persevera en las santas prácticas del trabajo; el espectáculo de las sierras y llanuras que hemos transitado contemplando de cerca la prodigalidad de los dones con que nos ha favorecido la naturaleza; los recuerdos despertados en nosotros por los lugares históricos que hemos visitado y que son el testimonio perenne de la grandeza de nuestros héroes de la Independencia; lugares donde parece que resonara todavía el eco de las batallas reñidas por el Derecho y por la Libertad de América y donde la imaginación evoca, por un esfuerzo maravilloso, la sombra augusta del Creador de la Patria libre, pasando por allí ante la mirada atónita y reverente de los contemporáneos, alta la frente que concibió tanta idea excelsa, firme sobre la guarnición de la espada todopoderosa el brazo ciclópeo que edificó naciones.

Y por lógica asociación de pensamientos, hemos recordado también que por aquellos lugares -tales como el célebre de la Puerta- piafó el corcel de batalla del General Juan Vicente Gómez, cuando este experto conductor de hombres impuso la paz de la República a puro esfuerzo de valentía y de pericia en los conflictos de la guerra, y preparó con constancia y grandeza de alma eminente -nunca suficientemente alabada- estos nueve años de prosperidad extraordinaria que vienen discurriendo para Venezuela.

Todas estas circunstancias han contribuido a que regresemos aquí con el corazón henchido de nobles emociones, satisfechos de la obra de patriotismo que hemos realizado al rodear, con la más completa decisión al Jefe de la Causa, quien ha sabido llevar a feliz remate empresas como la de este carretera, cosa increíble antes, pasmosa verdad ahora, e indicio cierto de los prodigios que la voluntad y la fe del General Gómez seguirán llevando a cabo hasta que los llanos, en cuyas soledades resuena ya la bocina del automóvil como presagio de un grado superior de civilización que llega, se pueblen de multitudes laboriosas y sanas que deriven de la tierra el diario sustento en productivas labores.

La excursión que hemos hecho es la mejor demostración de cómo la República marcha ordenada y progresivamente, disfrutando de la paz que garantiza el General Gómez, al frente del Ejército, y la cual, durante el período transcurrido desde vuestras sesiones del año próximo pasado, no ha sufrido ni la más ligera alteración.

Me encontráis aún en el desempeño de la Presidencia Provisional de la República, por ministerio del artículo 137 de la Constitución Nacional, que me impone conservar este alto cargo hasta que tome posesión de la Primera Magistratura el ciudadano eminente que elegisteis para ejercerla durante el período constitucional de 1915 a 1922. Los pueblos aplaudirán jubilosamente la verificación de este acto solemne, pues colmará las esperanzas de Venezuela entera ver al Jefe de la Causa Rehabilitadora -que es la Causa del bien público- sentado bajo el solio presidencial. Este júbilo será muy natural, porque es ocupando él la Suprema Curul como se sentirá plenamente satisfecha la voluntad popular. Todos los amigos y partidarios del estadista experto y bizarro guerrero -yo entre ellos- así se lo hemos expresado en diversas ocasiones.

Mi conducta en el ejercicio de la Presidencia Provisional no ha tenido sino una sola orientación, que a semejanza de un faro de luz nunca oculta, me ha guiado felizmente en la verificación de todos los actos emanados de aquella autoridad: mi consecuencia política y personal invariable hacia el bienhechor de Venezuela. En la práctica de virtud de tanta entidad como lo es el de la fidelidad a los compromisos contraídos no caben distinciones ni ambigüedades, pues los términos medios en ese sentido indican que el criterio individual se ha desviado para solicitar conveniencias propias y miras egoístas. Los compromisos políticos que se contraen en el seno de una Causa es menester cumplirlos sin extravíos ni vacilaciones, transitando siempre por el recto camino del honor, para regocijo de la conciencia y a fin de merecer el veredicto aprobatorio de los conciudadanos, porque a pesar de la diatriba adversaria, la hombría de bien es título inmaculado que nada ni nadie logra mancillar.

Cabalmente penetrado de las ideas que dejo expresadas, me ocupé con antelación al 19 de diciembre próximo pasado, octavo aniversario de la Venezuela Rehabilitada, de hacer un homenaje merecido al Factor de los sucesos magnos que se verificaron ese día, al Jefe indiscutible de la Causa generada entonces y a la cual estamos todos afiliados. ¿Qué mejor ofrenda podía hacérsele, sino la de contribuir a la Historia política y militar de la Patria, con un libro de síntesis en que se delineara en sus contornos precisos la personalidad descollante del Héroe? Esas páginas no estaban escritas: los laureles inmarchitos que depositó la Fama en las sienes del Caudillo de nuestros caudillos en la cruenta batalla de Ciudad Bolívar, en la tremenda pugna del Guapo, en los campos legendarios de Falcón y Barquisimeto y en mil sitios más, no habían tenido una pluma que los mostrara en un solo haz de gloria ante los ojos atentos de los contemporáneos y las miradas reverentes de la posteridad. Tal justiciera labor la realicé consultando documentos fehacientes, e hice más: junté a aquellos laureles la rama de olivo y los cívicos emblemas que conquistó el General Gómez como Pacificador y como Magistrado, y las resonantes victorias bélicas, los ejemplares triunfos administrativos, la lealtad humana elevada a su grado heroico por el desinterés y el sacrificio, todo eso lo narré y comenté en lenguaje vibrante de entusiasmo, de admiración y de verdad hasta formar un volumen que di a la luz pública en la gran efemérides y que vos toros conocéis: me refiero al libro intitulado “Dos Campañas”.

En párrafo anterior os hablaba de la norma a que he ceñido mis actos en el ejercicio de la Presidencia Provisional y de cómo he sido consecuente con mis compromisos políticos. No hay temor, por otra parte, cuando esos compromisos se han contraído con el General Gómez, de que su fiel cumplimiento pueda ser origen de infracciones a la ley, porque su constante prédica es el respeto a ella, ni temor tampoco de lesión a ningún derecho legítimo, porque él se afana en que todos sean protegidos y garantizados. Como el General Gómez entiende que se sirve mejor a la Causa que dirige es llenando cada funcionario público, con toda exactitud, las obligaciones del cargo que se le confía, ya que su ideal es la grandeza de la Patria por la dignificación de todos los venezolanos y mediante la austera práctica de las virtudes que enaltecen al hombre.

De tal manera inspirada y apoyada la Administración que me ha tocado presidir, no es extraño que ella haya podido desenvolverse teniendo la ley como fórmula de sus procedimientos, con la regularidad que resulta necesariamente cuando los gobernantes ponen empeño solícito en la custodia de los sagrados intereses a ellos confiados.

Los Ministros del Despacho, en sus respectivas Memorias, os darán cuenta detallada de todos los actos del Gobierno. Me limitaré por consiguiente a exponeros, en breve síntesis, los más importantes.

El 19 de diciembre entró en vigencia el nuevo Código Civil dictado por vosotros, el cual ha implantado reformas trascendentales, especialmente en lo que se refiere a facilidades para la celebración del matrimonio y en la materia del registro civil. Ha tomado todo interés el Ejecutivo Federal, por órgano del Ministerio de Relaciones Interiores, en que las reformas hechas sean aplicadas sin inconvenientes, y a este fin se han elaborado los modelos para las respectivas actas, según los diversos actos previstos en la ley. Las relaciones del Poder Ejecutivo Federal con los Gobiernos de los Estados, son por todos conceptos armónicas y se ha mantenido la coordinación que se deriva de los procedimientos legales imperantes de la República, y de la comunidad de principios en el seno de la Causa a que los representantes de uno y otro' Poderes estamos adscritos.

El Poder Judicial se ha desenvuelto con la independencia que le es menester para la debida aplicación de las leyes, sin que el Ejecutivo haya jamás pretendido ejercer influencias en sus deliberaciones.

Se ha procedido con tesón en las labores de la Sanidad Nacional, institución que debe el país al previsivo patriotismo del General Gómez.

No han sufrido interrupción nuestras relaciones diplomáticas con las naciones cuyo trato hemos venido cultivando; y nos hallamos en paz con todas. Hemos sabido ajustar nuestra conducta a los preceptos del Derecho Internacional, guardando la más estricta neutralidad en la gigantesca lucha en que ya para tres años vienen empeñadas las grandes potencias europeas, sin que se nos pueda reprochar ni la más leve infracción de nuestros deberes de neutrales. Conforme a esta regla de conducta, cuando en 24 de febrero del año en curso, la Legación Alemana, de orden de su Gobierno, comunicó a nuestra Cancillería la inusitada extensión que aquél había resuelto dar a la guerra submarina, con manifiesto apartamiento de las prácticas hasta ahora aceptadas, se le respondió que Venezuela ajustaría sus procederes a los principios del Derecho Internacional que regulan los derechos y los deberes de los neutrales.

No ha ocurrido hasta ahora ningún hecho en que directamente se nos haya dañado por consecuencia de las operaciones de los submarinos alemanes. No nos hemos visto, por tanto, en las complicaciones que han llevado a los Estados Unidos a la guerra con el Imperio Alemán.

Venezuela, consecuente con su actitud de respeto al derecho, conserva íntegro el de defender la vida y la propiedad de sus nacionales; y sigue el desarrollo de los acontecimientos con el natural interés que emana del principio en defensa del cual han entrado en la guerra los Estados Unidos; de la amistad tradicional que la une a esta nación; y de aquellos intereses generales que son comunes a las Repúblicas del continente.

Con la República de Colombia hemos llegado a la celebración de un Tratado que se someterá oportunamente a vuestras deliberaciones, a fin de solucionar por un pacífico arbitraje las cuestiones que discutimos; nueva prueba ésta de nuestro intenso amor a la paz y a las fórmulas del derecho, que al fin habrán de imperar en la humanidad, especialmente con la dolorosísima experiencia del actual inmenso duelo de muchos pueblos, después del cual se generalizará, sin duda, la creencia de cómo la guerra es un medio que puede sólo conducir a soluciones transitorias y dejar siempre en incubación nuevas calamidades para las generaciones del porvenir. Para llegar a este resultado feliz la Cancillería venezolana ha tenido la singular fortuna de asesorarse con el General Gómez, quien la ha ayudado con ejemplar eficacia y noble interés dándola oportunos consejos e indicaciones acertadas que son el fruto de su gran experiencia y tino en asuntos de esa índole.

Las finanzas públicas, a pesar del trastorno que ha causado la guerra europea, están florecientes, merced a la pulcritud y orden con que se manejan los dineros del pueblo. Tenemos en el Banco de Venezuela un grueso depósito con que podemos hacer frente a las necesidades que ocurran, y ni un solo momento ha dejado la República de atender al servicio de su deuda, aumentándose así cada vez más el sólido crédito de que goza.

Por encargo del General Juan Vicente Gómez, Comandante en Jefe del Ejército, de que os diera cuenta de sus actos al frente de los contingentes armados de la Patria, paso a cumplir el honroso cometido. De cómo ha satisfecho plenamente el heroico y experto guerrero las esperanzas de sus compatriotas que al confiarle la custodia del honor nacional y del sosiego público, le dieron la mayor prueba de confianza que puede recibir un ciudadano, lo dice mejor que esta parte de mi Mensaje, el estado de adelantamiento y perfecta moral de espíritu bélico en que se halla el Ejército Venezolano.

“Ajeno por carácter al empleo de palabras que no correspondan a hechos concretos, sabéis que siempre he preferido la obra a la promesa”.

Tal dijo en ocasión análoga a ésta el Jefe Benemérito y consecuente con esa práctica que es análoga a ésta el Jefe Benemérito y consecuente pasó revista ante vosotros y ante cuantos concurrieron el día 21 de abril último al Hipódromo de Caracas a una parte de las tropas de su mando.

Ya palpasteis, ciudadanos Senadores y Diputados, la verdad de lo que os expongo en estos párrafos: millares de soldados prestos a formar coraza con sus pechos para proteger los sagrados intereses de la Patria, y con una instrucción militar completa que los eleva al rango de veteranos; equipos y parque abundantes; armamento moderno con cuyo manejo están muy familiarizadas esas tropas. Y unidas a esas ventajas, las inapreciables de haber un acuerdo absoluto, una estricta disciplina y un profundo sentimiento de compañerismo entre subalternos y superiores, quienes están unidos a su Jefe Supremo por los vínculos del afecto, el respeto y la admiración más altos y merecidos.

De todo lo demás que se refiere al Ejército, os da cuenta detallada la Memoria que al efecto os presenta el Ministro de Guerra y Marina.    

Especialmente ha dedicado el Gobierno su atención al fomento y desarrollo de la riqueza del país, y a la conservación de los bosques y fuentes. Sin embargo de las condiciones anormales de los centros financieros del extranjero, siguen viniendo capitales al país para invertirse en institutos de crédito y en empresas agrícolas y mineras. Signos característicos son estos de que nuestra situación es debidamente apreciada como la de un país serio y ordenado que inspira confianza por la rectitud de su proceder.

Mas como es ineludible que experimentemos las repercusiones de la colosal contienda actual, ellas se han dejado sentir en la baja de nuestros principales ramos de exportación: el café y el cacao; en el alza de los víveres que importamos del exterior, y aun en la de ciertos artículos de primera necesidad, de producción nacional, que comienza a exportarse, planteándose así delicados problemas que estudia acuciosamente el Gobierno y acerca de los cuales le será preciso ocurrir a vosotros sometiéndolos a vuestras deliberaciones.

Atento el Gobierno que presido a los sabios consejos del General Gómez, ha hecho de las obras públicas, en especial en cuanto a la apertura y conservación de las carreteras, uno de los capítulos principales del Programa Administrativo. Nada necesito deciros de cómo se han cumplido las patrióticas indicaciones del Jefe de la Causa. Vosotros fuisteis en mayo del año próximo pasado en gira triunfal desde Guatire hasta Ocumare de la Costa y ahora habéis ido y retornado desde Caracas hasta las más apartadas comarcas del Guárico. Y no se detendrá en esto -con ser tanto lo que ya ha alcanzado- la actividad incansable del General Gómez. Nuevos y grandiosos proyectos alienta, de cuyo éxito son garantes su tenacidad y energía, estimuladas por su amor a la Patria.

Dolorosa pérdida sufrió la nación con el fallecimiento de los señores Doctor Felipe Guevara Rojas y General Diógenes Torrellas Urquiola, cuando éste la dedicaba todo el fervor de su alma de patriota y su intachable conducta de hombre público al frente del Gobierno del Estado Lara y cuando aquél, con el más ardiente y puro entusiasmo, se había dedicado por entero a implantar en el país el nuevo régimen de la instrucción, creado por las Leyes que dictasteis en 1915. No obstante tan infausto suceso,- este ramo ha seguido en plena y fecunda actividad. Los planteles de enseñanza primaria funcionan con toda regularidad y algunos nuevos han sido creados. Se han instalado y están ya actuando la Escuela de Ciencias Políticas, la de Farmacia y la Academia de Ciencias Políticas y Sociales.

En suma: la labor del Gobierno ha sido bien intencionada. No hemos procedido en ningún acto con apasionamientos ni inspirados en la mira de medros personales. El bien de la Patria y la gloria de la Causa y del Jefe han sido nuestro objetivo, siempre dentro de las fórmulas de la Ley y aplicando las soluciones del Derecho. Si a la intención han correspondido o no los hechos, a vosotros toca decidirlo.

Ciudadanos Senadores. Ciudadanos Diputados:

V. MÁRQUEZ BUSTILLOS.
Miraflores, 3 de mayo de 1917.

(Extraído del Libro “Mensajes Presidenciales”, Tomo IV, 1910-1939, Presidencia de la República, Caracas, 1971, Págs. 81-88).



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