domingo, 8 de marzo de 2015

MENSAJE DEL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ 1927


MENSAJE QUE EL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE VENEZUELA
PRESENTA AL CONGRESO NACIONAL EN 1927.

Ciudadanos Senadores. Ciudadanos Diputados:

Os presento mis patrióticas felicitaciones por vuestra reunión en Cámaras Legislativas, y en conformidad con lo dispuesto por el artículo 101 de la Constitución Nacional, paso a daros cuenta de los actos administrativos y políticos de mi Gobierno durante el año que ha transcurrido.

Lo administrativo, largo de enumerar, lo encontraréis detalladamente en las Memorias y Cuentas que en este mismo acto os presentarán los Ministros del Despacho. Allí veréis cómo se han invertido en obras y operaciones de utilidad pública los dineros de la Nación, y cómo se desenvuelven los planes económicos a fin de llevar a la República a su mayor grado de bienestar y de progreso efectivo. Podéis constatar por la Memoria de Hacienda, que para el día 26 del corriente mes de abril, los Fondos de Reserva del Tesoro Nacional ascendían a la cantidad de setenta y cinco millones, trescientos treinta y siete mil cuatrocientos trece bolívares, con ochenta y seis céntimos.

Lo político, grandioso en consecuencias para el porvenir, lo hallaréis en el corazón del pueblo, en el de cada uno de vosotros y en el mío propio, porque al transcurrir de diez y nueve años logré el triunfo de mis más caros ideales, y hoy sí puedo deciros que sin detenidos en las cárceles y en un ambiente de cordialidad sincera, contemplamos a la Patria enrumbada definitivamente hacia la vida cívica, llena de riquezas aún inexplotadas y consciente de sus derechos, de sus deberes y de sus futuros destinos. Debo, además, aseguraros por el conocimiento que tengo de los hombres públicos, que hoy no hay enemigos en Venezuela.

Las relaciones con los Gobiernos Extranjeros se mantienen cordialmente, y el Honorable Cuerpo Diplomático acreditado en el País puede daros fe de mi testimonio. Soy amigo leal de los elementos laboriosos, y en los extranjeros que llegan a nuestro territorio veo siempre con agrado el concurso de sus luces, de sus conocimientos prácticos en la agricultura, artes e industrias y la mejor buena voluntad de contribuir con sus capitales al desarrollo de la riqueza nacional. Como demostración de cortesía y de aprecio que nos ha sido muy grata hemos recibido del Gobierno del Perú el obsequio de la Casa para nuestra Legación en Lima; la visita del Excelentísimo Señor Saavedra, Embajador Especial de Bolivia; la celebración del centenario de la rendición del Callao; los honores al prócer venezolano Morán en Arequipa; los nuevos honores a Salóm en el Callao, y por último, las recientes visitas del Almirante Hughes y el Mayor Dargue, Jefes respectivamente, de la Armada y la Escuadrilla de Aviación americanas.

Respondiendo al conocimiento cada día mayor de la obra de Bolívar y a la creciente importancia de la América por él glorificada, se repiten con toda frecuencia los homenajes al Libertador. En Hamburgo, en Buenos Aires, en España (Madrid y Valencia), en Colombia (por el Senado), en el Ecuador y en Chile, se han realizado nuevos actos conmemorativos de su nombre y de su gloria. El Congreso Bolivariano de Panamá y los festejos que lo acompañaron, fueron como un hermoso resumen de ella; y Venezuela recibió en las personas de sus Representantes, así del Gobierno panameño como de los demás países concurrentes, demostraciones inolvidables.

Todos estos bienes los debemos al Dios de las Naciones, sin cuya protección los pueblos no prosperan ni afirman sus creencias. Y ese mismo Dios, en hora memorable, me trazó el camino y puso en mis manos el timón de la República, porque El bien sabía de la fuerza de mi brazo, de mi conciencia sana formada en la contemplación de la naturaleza y en mi fe nunca desmentida y puesta a prueba por dolorosos acontecimientos.

Corresponde hoya vosotros todos y a cada uno de los venezolanos, conservar incólume tan precioso legado, pues por fortuna ya nos hemos convencido de la infructuosidad de las luchas fratricidas y estamos dispuestos sin vacilaciones ni recelos, a vivir felizmente al amparo de nuestras propias energías, de los nobles ejemplos de los mayores y en el ambiente de familia que dulcifica y hace grata la existencia. La ofrenda más preciada a nuestro Libertador y Padre de la Patria es la que hoy podemos hacerle como pueblo unido, fuerte y cuidadoso de su porvenir.

Y para terminar ciudadanos Legisladores, cúmpleme hacer aquí un afectuoso y justiciero recuerdo del que fue hasta anteayer mi Secretario General, Doctor Francisco Baptista Galindo, amigo leal y servidor eminente fallecido en hora infausta para la Patria y para la Causa. Acatando los altos designios de la Providencia, rindo un homenaje a su memoria.

Su fallecimiento lo declaré motivo de duelo público por ocho días en todo el territorio de la República, disposición ejecutiva ésta que ha sido ratificada por la opinión unánime de nuestros conciudadanos. Merecido galardón a quien en todo momento supo ser bueno, generoso y noble.

Que la divina Providencia os inspire, Ciudadanos Legisladores, en vuestras deliberaciones y que la Patria os sea deudora de grandes beneficios. Son los votos que hago por vosotros en el primer año de vuestra reunión parlamentaria.

J. V. GÓMEZ.
Caracas, 28 de abril de 1927.


(Extraído del Libro “Mensajes Presidenciales”, Tomo IV, 1910-1939, Presidencia de la República, Caracas, 1971, Págs.  217-219).

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