MENSAJE QUE EL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE VENEZUELA
PRESENTA AL CONGRESO NACIONAL EN 1927.
Ciudadanos Senadores. Ciudadanos Diputados:
Os presento mis patrióticas felicitaciones por vuestra reunión en
Cámaras Legislativas, y en conformidad con lo dispuesto por el artículo 101 de
la Constitución Nacional, paso a daros cuenta de los actos administrativos y
políticos de mi Gobierno durante el año que ha transcurrido.
Lo administrativo, largo de enumerar, lo encontraréis
detalladamente en las Memorias y Cuentas que en este mismo acto os presentarán
los Ministros del Despacho. Allí veréis cómo se han invertido en obras y
operaciones de utilidad pública los dineros de la Nación, y cómo se
desenvuelven los planes económicos a fin de llevar a la República a su mayor
grado de bienestar y de progreso efectivo. Podéis constatar por la Memoria de
Hacienda, que para el día 26 del corriente mes de abril, los Fondos de Reserva
del Tesoro Nacional ascendían a la cantidad de setenta y cinco millones,
trescientos treinta y siete mil cuatrocientos trece bolívares, con ochenta y
seis céntimos.
Lo político, grandioso en consecuencias para el porvenir, lo
hallaréis en el corazón del pueblo, en el de cada uno de vosotros y en el mío
propio, porque al transcurrir de diez y nueve años logré el triunfo de mis más
caros ideales, y hoy sí puedo deciros que sin detenidos en las cárceles y en un
ambiente de cordialidad sincera, contemplamos a la Patria enrumbada
definitivamente hacia la vida cívica, llena de riquezas aún inexplotadas y
consciente de sus derechos, de sus deberes y de sus futuros destinos. Debo,
además, aseguraros por el conocimiento que tengo de los hombres públicos, que
hoy no hay enemigos en Venezuela.
Las relaciones con los Gobiernos Extranjeros se mantienen
cordialmente, y el Honorable Cuerpo Diplomático acreditado en el País puede
daros fe de mi testimonio. Soy amigo leal de los elementos laboriosos, y en los
extranjeros que llegan a nuestro territorio veo siempre con agrado el concurso
de sus luces, de sus conocimientos prácticos en la agricultura, artes e
industrias y la mejor buena voluntad de contribuir con sus capitales al
desarrollo de la riqueza nacional. Como demostración de cortesía y de aprecio
que nos ha sido muy grata hemos recibido del Gobierno del Perú el obsequio de
la Casa para nuestra Legación en Lima; la visita del Excelentísimo Señor
Saavedra, Embajador Especial de Bolivia; la celebración del centenario de la
rendición del Callao; los honores al prócer venezolano Morán en Arequipa; los
nuevos honores a Salóm en el Callao, y por último, las recientes visitas del
Almirante Hughes y el Mayor Dargue, Jefes respectivamente, de la Armada y la Escuadrilla
de Aviación americanas.
Respondiendo al conocimiento cada día mayor de la obra de Bolívar
y a la creciente importancia de la América por él glorificada, se repiten con
toda frecuencia los homenajes al Libertador. En Hamburgo, en Buenos Aires, en
España (Madrid y Valencia), en Colombia (por el Senado), en el Ecuador y en
Chile, se han realizado nuevos actos conmemorativos de su nombre y de su
gloria. El Congreso Bolivariano de Panamá y los festejos que lo acompañaron,
fueron como un hermoso resumen de ella; y Venezuela recibió en las personas de
sus Representantes, así del Gobierno panameño como de los demás países
concurrentes, demostraciones inolvidables.
Todos estos bienes los debemos al Dios de las Naciones, sin cuya
protección los pueblos no prosperan ni afirman sus creencias. Y ese mismo Dios,
en hora memorable, me trazó el camino y puso en mis manos el timón de la
República, porque El bien sabía de la fuerza de mi brazo, de mi conciencia sana
formada en la contemplación de la naturaleza y en mi fe nunca desmentida y
puesta a prueba por dolorosos acontecimientos.
Corresponde hoya vosotros todos y a cada uno de los venezolanos,
conservar incólume tan precioso legado, pues por fortuna ya nos hemos convencido
de la infructuosidad de las luchas fratricidas y estamos dispuestos sin
vacilaciones ni recelos, a vivir felizmente al amparo de nuestras propias
energías, de los nobles ejemplos de los mayores y en el ambiente de familia que
dulcifica y hace grata la existencia. La ofrenda más preciada a nuestro
Libertador y Padre de la Patria es la que hoy podemos hacerle como pueblo
unido, fuerte y cuidadoso de su porvenir.
Y para terminar ciudadanos Legisladores, cúmpleme hacer aquí un
afectuoso y justiciero recuerdo del que fue hasta anteayer mi Secretario
General, Doctor Francisco Baptista Galindo, amigo leal y servidor eminente
fallecido en hora infausta para la Patria y para la Causa. Acatando los altos
designios de la Providencia, rindo un homenaje a su memoria.
Su fallecimiento lo declaré motivo de duelo público por ocho días
en todo el territorio de la República, disposición ejecutiva ésta que ha sido
ratificada por la opinión unánime de nuestros conciudadanos. Merecido galardón
a quien en todo momento supo ser bueno, generoso y noble.
Que la divina Providencia os inspire, Ciudadanos Legisladores, en
vuestras deliberaciones y que la Patria os sea deudora de grandes beneficios.
Son los votos que hago por vosotros en el primer año de vuestra reunión parlamentaria.
J. V. GÓMEZ.
Caracas, 28 de abril de 1927.
(Extraído del Libro “Mensajes Presidenciales”, Tomo IV, 1910-1939,
Presidencia de la República, Caracas, 1971, Págs. 217-219).
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