MENSAJE QUE EL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA,
PRESENTA AL CONGRESO NACIONAL EN 1923.
Ciudadanos Senadores. Ciudadanos Diputados:
Comparezco ante las Cámaras Legislativas reunidas en Congreso, en
acatamiento a lo dispuesto en el artículo 80 de la Constitución Nacional,
presentando el Mensaje sintético de los actos públicos del Gobierno iniciado el
24 de junio de 1922, que me ha tocado presidir por honrosa designación que
hicisteis, recaída en mi persona, para ejercer la Presidencia Constitucional de
la República en el presente período; pero antes de entrar en materia deseo
cumplir un anhelo ferviente del corazón, saludando cordialmente a los
Honorables Representantes de la Nación venezolana y haciendo votos por que el
patriotismo inspire y el acierto corone sus importantes deliberaciones.
Nada tan satisfactorio para quien, desde que se inició en la vida
pública no ha tenido otros ideales que los del bien de su Patria, ni otro norte
que el cumplimiento de las Leyes, como rendir cuenta ante una Asamblea de
hombres probos, porque si bien es fuerte y serena la conciencia cuando descansa
sobre la observancia de los deberes oficiales, y siente cerca los rumores de la
aprobación popular, nunca está demás, sobre todo en los casos en que el
principio constitucional lo requiere, el veredicto imparcial de aquellos que,
por razón de los cargos que ejercen, están llamados a examinar las actuaciones
del funcionario público.
De ahí que concurro hoy pidiendo austeridad y rectitud, sin
invocar la indulgencia de la Representación Nacional, al conocer de mis actos
políticos y administrativos, porque decorosamente no puede socilitarla el que
se presenta para ser juzgado, ni deben concederla aquellos que se inspiran en
la justicia para proceder.
Convencido cada día más de la bondad y eficacia de la política de
Unión de los venezolanos para laborar por el bienestar de la Patria, que tuve
la ocasión de proclamar el 19 de diciembre de 1908, como Jefe de la evolución
incruenta que ha rehabilitado a Venezuela, he aplicado invariablemente sus
normas en el Gobierno Constitucional que presido, predicando las excelencias de
ese lema con la palabra y el ejemplo, a objeto de seleccionar los buenos
elementos y llevarlos al servicio de la Administración, cualesquiera que hayan
sido sus antecedentes sectarios, siempre que estén animados de buena voluntad
en obsequio de los intereses públicos y se encuentren dispuestos a posponer sus
antiguas insignias de combate a los intereses ingentes de la República; porque
siempre he creído que debe buscarse lo bueno para utilizarlo donde quiera que
se encuentre, y que los partidos que degeneran en facciones, porque no han
sabido sacrificar sus mezquinos propósitos de banderías a favor del buen nombre
de aquélla, no merecen la confianza de los Gobiernos, ni su existencia misma
tiene razón de ser.
Ajeno por carácter y por mis ocupaciones de hombre de trabajo a
las luchas fratricidas, que a raíz de la Independencia ensangrentaron a
Venezuela, convirtiéndose en una enfermedad crónica que estancó su
desenvolvimiento y progreso de Nación joven, un destino favorable me reservó la
alta misión de cerrar el ciclo rojo de las desgracias nacionales, el año de
1903 en Ciudad Bolívar, sin duda alguna como al hombre incontaminado de
prejuicios y resabios políticos, capaz por la fuerza incontrastable que da el
amor patrio elevado hasta el sacrificio, y por las ideas fuertes y honradas que
comunican el contacto con la Naturaleza y la contracción al Trabajo, para
llevar a cabo la obra más meritoria y difícil que después de la Emancipación ha
tenido la suerte de realizar un hombre público en Venezuela; no precisamente,
porque mis antecesores careciesen de buena voluntad para acometer empresa tan
ardua, sino porque en la preparación de los grandes sucesos, o no había llegado
todavía el momento psicológico de obrar con éxito favorable, o desmayaron ante
los obstáculos por carecer de las dotes indispensables.
De entonces para acá la opinión sensata del País no me ha
abandonado un solo instante, proporcionándome los medios para acabar con el
caudillaje, que fue el último baluarte donde hicieron resistencia los hados
adversos del dolor, del luto y de la miseria nacional.
Es oportuno hacer constar que si desde 1908 vengo creando la
prosperidad de Venezuela, en mi carácter de Magistrado o con la autoridad que
me reconocen mis amigos como Director de la Rehabilitación Nacional, apenas he
podido concretar mis esfuerzos y desvelos en ese sentido durante nueve años,
mediante el saneamiento moral; la protección a los Gremios trabajadores,
especialmente a los agricultores con la supresión del impuesto de exportación
al café y al cacao, que representa ochenta y cuatro millones de bolívares que
en obsequio de ellos dejó de percibir el Fisco Nacional; el restablecimiento de
las relaciones internacionales y su conservación sobre los principios de la
igualdad y el mutuo respeto; la organización de la Hacienda y el exacto
cumplimiento a las obligaciones del Crédito Público, habiéndose pagado por este
respecto Bs. 140.202.983 con 87 céntimos por intereses y amortización de las
deudas que encontré al llegar al Poder, sin haber tenido necesidad de
comprometer el crédito de la Nación, ni siquiera por un bolívar; la formación
del Ejército; el fomento de la riqueza pública y explotación de las minas de
petróleo que ofrecen un brillante porvenir; la reforma de la Instrucción de
acuerdo con los métodos modernos y la construcción de más de cuatro mil
kilómetros de carreteras con sus respectivos puentes de acueductos como el de
esta ciudad, que estaba presupuestado en el Ministerio de Obras Públicas en
cincuenta millones de bolívares, de paseos como el de El Paraíso, de avenidas
como la del Cementerio y de calles de concreto como las que ostenta actualmente
esta Capital; pues en los cinco primeros restantes sólo me alcanzó el tiempo
para defender mi persona y el Gobierno de las asechanzas de los Caudillos, que
llegaron en su ceguedad política, carencia de patriotismo y ansiedad de lucro
hasta hacer bandera de protesta y de rebelión, en el seno mismo del Consejo de
Gobierno, del Protocolo Franco-Venezolano de 1913, que constituye uno de los
actos diplomáticos más sobresalientes de la República y sentó un precedente de
incalculables beneficios en las relaciones internacionales; siendo de advertir
que en ese tiempo tuve que vencer también durante cuatro años los
inconvenientes, obstáculos y complicaciones derivados del gran conflicto
mundial de la guerra europea.
No contentos esos señores con haberme hecho perder un tiempo
precioso, se fueron al extranjero para continuar en su nefasta obra, y desde
allí no han cesado de intrigar, mentir y escandalizar, en sus mezquinos
propósitos de entorpecer la marcha triunfal de la República, pero están tan
desacreditados dentro y fuera del País, que nadie los oye, a nadie engañan y el
más completo fracaso los acompañará siempre en sus locos trabajos contra su
propia Patria.
Como consecuencia natural de esa política sana y fuerte se ha
conservado la paz pública en todo el territorio nacional, pues no merecen el
nombre de perturbaciones y mucho menos el calificativo de revolución una que
otra asonada de montoneras en pos del pillaje, que fueron localizadas y
destruidas en el más breve término y que en realidad vinieron a ser como los
últimos chisporroteos del apagado incendio de las viejas contiendas civiles.
Los hábitos de orden, disciplina, economía y trabajo adquiridos en
mi juventud en lucha abierta con las necesidades y las inclemencias del medio,
conservados durante mi existencia como la clave de feliz éxito en mis empresas,
son los mismos que he venido aplicando en los diversos ramos de la
Administración; de ahí el lema político de Paz y Trabajo que he colocado como
un escudo al frente del Gobierno, persuadido como estoy de que sólo a la sombra
de la tranquilidad pública y mediante las agitaciones dignificadoras de la
labor constante, es que se desarrollan y progresan las Naciones y se hacen
aptas para cumplir la misión de cultura y prosperidad que deben llenar en
obsequio de la civilización y de la humanidad.
En las Memorias que os presentan los Ministros del Despacho
encontraréis la Cuenta detallada de los diversos actos del Gobierno, entre los
cuales considero de especial mención, en el de Relaciones Interiores, las
medidas reglamentarias para el exacto cumplimiento de la Ley sobre Fabricación,
Comercio y Porte de Armas, de resultados positivos para el saneamiento moral de
la República; el sometimiento a juicio de acuerdo con el Código Penal, de las
personas que hayan cometido el delito de alzarse contra el Gobierno
legítimamente constituido, porque no existe razón alguna que sus autores sigan
gozando del privilegio de no ser juzgados; excitación a los Presidentes de
Estado para eliminar impuestos inconstitucionales que han venido gravitando
sobre la industria pecuaria; pase a la Bula que erige canónicamente las
Diócesis de Coro, Cumaná, Valencia y San Cristóbal y las reformas introducidas
en la Administración de las Leproserías, con el objeto de poner en práctica los
medios científicos apropiados para la curación de la Lepra.
Las relaciones exteriores se han venido cultivando con tanta
cordialidad como decoro y sinceramente agradecido, quiero valerme de la
solemnidad de esta ocasión, para expresar mi reconocimiento a los Soberanos y
Jefes de Estados que, con motivo de haberme encargado de la Presidencia de la
República, han expresado su deferencia y simpatías hacia el Gobierno y el
Pueblo de Venezuela.
La Hacienda Nacional, reconstruida como ha sido sobre bases
ajustadas a los más avanzados principios de las modernas finanzas, y sometida
al régimen de orden y regularidad que impera en todos los servicios de la
Administración Pública, muestra con la efectividad de sus resultados la
eficacia de la labor realizada, y su estado es satisfactorio, pues aunque el
comercio exterior del País no ha recobrado todavía su normal actividad, el
fondo de reserva del Tesoro era para e1 1⁰ de julio de 1922 de 34.695.655 bolívares 27 céntimos y para el 15
del presente mes y año de 48.000.000 de bolívares.
El crédito público ha sido atendido con la puntualidad que el
Gobierno de la Rehabilitación Nacional ha observado en este importantísimo y
delicado servicio de la Administración del País; puntualidad que ha traído
consigo la solidez de que goza el crédito de la Nación, como se evidencia de la
buena acogida que tienen nuestros títulos de deudas dentro y fuera del País,
con el consiguiente aumento progresivo de sus tipos de cotización. En la
Memoria del Ramo hallaréis los pormenores de su servicio durante el año, y
también la exposición detallada de todas las operaciones efectuadas por el
Gobierno de la Rehabilitación Nacional en el período comprendido desde el de
1909 hasta el 31 de diciembre de 1922, para descargar a la República de las
enormes deudas que acumularon sobre ella pasadas Administraciones; tengo, pues,
la satisfacción de deciros que, dado el empeño puesto por el Gobierno en
extinguir las cargas que pesan sobre el País, es de esperarse que dentro de muy
pocos años éste quede libre de todos sus compromisos.
La reorganización del Ejército y el desarrollo de la Instrucción
Militar y Civil, se mantienen de manera progresiva, y los Establecimientos
especiales de enseñanza llenan a cabalidad sus programas de trabajo y estudios.
Se hace indispensable proceder a la reforma del Código Militar, que por
anticuado no se adapta ya a las innovaciones que ha sido necesario introducir
en el Ejército, de acuerdo con las ideas y métodos modernos; y en esa virtud se
ha venido ocupando el Despacho de Guerra y Marina de la elaboración de un
Proyecto de Código Militar que será sometido al estudio y sanción de las
Cámaras Legislativas.
El Departamento de Fomento ha alcanzado mucha importancia bajo el
actual régimen administrativo, no sólo por el incremento minero en general,
sino también por la atención que se le ha dedicado a los otros servicios
ordinarios que le corresponden.
Conocedor de lo que significa el aumento de población en Países
como el nuestro, extenso y con zonas para todos los cultivos, siempre han
tenido todo mi interés y simpatía la inmigración y la colonización; pero por lo
mismo que ambas empresas son un gran beneficio y una gran necesidad, deben
implantarse de modo firme y adecuado, sin arriesgarlas por descuido o
precipitación a convertirse en medios de descréditos y perjuicios sociales; por
eso en esa materia comuniqué instrucciones al Ministro de observar
rigurosamente las Leyes que las rigen y de estudiar con prudencia y cálculo el
plan que en definitiva ha de adoptarse, pues es preferible llevar con lentitud
el acogimiento de extranjeros en calidad de inmigrados, que exponer a la Nación
a ser invadida por elementos no verdaderamente aptos para las labores
industriales que necesitamos.
Es indudable que en cuestión de minas nuestro territorio ocupa ya
un puesto de significación, porque no son únicamente sus ricos yacimientos de
oro, cobre y otros metales los que atraen el interés comercial de los extraños
y alientan las energías trabajadoras de los propios, sino que en asunto de
hidrocarburos la zona venezolana está reconocida como de las mejores del mundo,
sobre todo en estos últimos tiempos en que el pozo de petróleo “La Rosa”, por
su potencia y capacidad, sorprendió gratamente al patriotismo, superando los más
optimistas cálculos de técnicos y empresarios; todo lo cual ha despertado en
ese Ramo un movimiento de trabajo y riqueza altamente significativo, como
preciso exponente de la importancia económica y del crédito de Venezuela,
revelador, al mismo tiempo, de la firmeza de la Paz y de la plena confianza que
las Empresas serias y los grandes capitales tienen en la palabra, el orden y la
justicia de esta Administración.
En el Ramo de Obras Públicas se trabaja con actividad en esta
ciudad y en todas partes de la República, especialmente en la conservación y
mejora de las carreteras existentes y en la construcción de otras nuevas en los
Estados Guárico, Anzoátegui, Sucre, Monagas, Bolívar, Portuguesa, Lara, Falcón,
Zulia, Táchira, Mérida y Trujillo, y como lo habéis visto en los Decretos de 19
del presente mes, se procede también a la construcción de las Carreteras de Los
Andes y de Miranda para enlazarlas a las de Occidente y Oriente, que unirán
esas ricas regiones productoras al Centro, de modo que en breve tiempo podrá
recorrerse en automóvil el territorio nacional de uno a otro extremo y los
abundantes frutos de las diversas zonas concurrirán a esta Capital en medio de los
himnos entonados a la Paz y al Trabajo.
La red de cloacas de esta ciudad se continúa con tesonero empeño,
y esa obra de vital importancia, ante cuyo inmenso costo calculado en épocas
pasadas en ochenta millones de bolívares, habían retrocedido arredrados los
Gobiernos anteriores, será en breve una realidad, que junto con el Acueducto,
aseguran la salubridad de esta Capital.
De los actos llevados a cabo en el Ramo de la Instrucción Pública,
es sin duda alguna importante por su trascendencia, la reapertura de la
Universidad Central, decretada con fecha 4 de julio del año de la Cuenta; y el
Ministerio de Instrucción Pública se ocupa actualmente de la revisión
comparativa y detenida de la legislación del Ramo para su oportuna reforma por
las Cámaras Legislativas.
Como lo veis, el estado de la República no puede ser más
satisfactorio, entregada de lleno a las labores fecundas del Trabajo en el seno
de la Paz, respetada y admirada por las Naciones cultas de América y Europa; y
quiera Dios que así continúe hasta llegar a la alta cumbre de grandeza y gloria
que soñaron para ella nuestros Libertadores.
J. V. GÓMEZ.
Capitolio Nacional, 28 de abril de 1923.
(Extraído del Libro “Mensajes Presidenciales”, Tomo IV, 1910-1939,
Presidencia de la República, Caracas, 1971, Págs. 185-191).
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