domingo, 8 de marzo de 2015

MENSAJE DEL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ 1923


MENSAJE QUE EL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA,
PRESENTA AL CONGRESO NACIONAL EN 1923.

Ciudadanos Senadores. Ciudadanos Diputados:

Comparezco ante las Cámaras Legislativas reunidas en Congreso, en acatamiento a lo dispuesto en el artículo 80 de la Constitución Nacional, presentando el Mensaje sintético de los actos públicos del Gobierno iniciado el 24 de junio de 1922, que me ha tocado presidir por honrosa designación que hicisteis, recaída en mi persona, para ejercer la Presidencia Constitucional de la República en el presente período; pero antes de entrar en materia deseo cumplir un anhelo ferviente del corazón, saludando cordialmente a los Honorables Representantes de la Nación venezolana y haciendo votos por que el patriotismo inspire y el acierto corone sus importantes deliberaciones.

Nada tan satisfactorio para quien, desde que se inició en la vida pública no ha tenido otros ideales que los del bien de su Patria, ni otro norte que el cumplimiento de las Leyes, como rendir cuenta ante una Asamblea de hombres probos, porque si bien es fuerte y serena la conciencia cuando descansa sobre la observancia de los deberes oficiales, y siente cerca los rumores de la aprobación popular, nunca está demás, sobre todo en los casos en que el principio constitucional lo requiere, el veredicto imparcial de aquellos que, por razón de los cargos que ejercen, están llamados a examinar las actuaciones del funcionario público.

De ahí que concurro hoy pidiendo austeridad y rectitud, sin invocar la indulgencia de la Representación Nacional, al conocer de mis actos políticos y administrativos, porque decorosamente no puede socilitarla el que se presenta para ser juzgado, ni deben concederla aquellos que se inspiran en la justicia para proceder.

Convencido cada día más de la bondad y eficacia de la política de Unión de los venezolanos para laborar por el bienestar de la Patria, que tuve la ocasión de proclamar el 19 de diciembre de 1908, como Jefe de la evolución incruenta que ha rehabilitado a Venezuela, he aplicado invariablemente sus normas en el Gobierno Constitucional que presido, predicando las excelencias de ese lema con la palabra y el ejemplo, a objeto de seleccionar los buenos elementos y llevarlos al servicio de la Administración, cualesquiera que hayan sido sus antecedentes sectarios, siempre que estén animados de buena voluntad en obsequio de los intereses públicos y se encuentren dispuestos a posponer sus antiguas insignias de combate a los intereses ingentes de la República; porque siempre he creído que debe buscarse lo bueno para utilizarlo donde quiera que se encuentre, y que los partidos que degeneran en facciones, porque no han sabido sacrificar sus mezquinos propósitos de banderías a favor del buen nombre de aquélla, no merecen la confianza de los Gobiernos, ni su existencia misma tiene razón de ser.

Ajeno por carácter y por mis ocupaciones de hombre de trabajo a las luchas fratricidas, que a raíz de la Independencia ensangrentaron a Venezuela, convirtiéndose en una enfermedad crónica que estancó su desenvolvimiento y progreso de Nación joven, un destino favorable me reservó la alta misión de cerrar el ciclo rojo de las desgracias nacionales, el año de 1903 en Ciudad Bolívar, sin duda alguna como al hombre incontaminado de prejuicios y resabios políticos, capaz por la fuerza incontrastable que da el amor patrio elevado hasta el sacrificio, y por las ideas fuertes y honradas que comunican el contacto con la Naturaleza y la contracción al Trabajo, para llevar a cabo la obra más meritoria y difícil que después de la Emancipación ha tenido la suerte de realizar un hombre público en Venezuela; no precisamente, porque mis antecesores careciesen de buena voluntad para acometer empresa tan ardua, sino porque en la preparación de los grandes sucesos, o no había llegado todavía el momento psicológico de obrar con éxito favorable, o desmayaron ante los obstáculos por carecer de las dotes indispensables.

De entonces para acá la opinión sensata del País no me ha abandonado un solo instante, proporcionándome los medios para acabar con el caudillaje, que fue el último baluarte donde hicieron resistencia los hados adversos del dolor, del luto y de la miseria nacional.

Es oportuno hacer constar que si desde 1908 vengo creando la prosperidad de Venezuela, en mi carácter de Magistrado o con la autoridad que me reconocen mis amigos como Director de la Rehabilitación Nacional, apenas he podido concretar mis esfuerzos y desvelos en ese sentido durante nueve años, mediante el saneamiento moral; la protección a los Gremios trabajadores, especialmente a los agricultores con la supresión del impuesto de exportación al café y al cacao, que representa ochenta y cuatro millones de bolívares que en obsequio de ellos dejó de percibir el Fisco Nacional; el restablecimiento de las relaciones internacionales y su conservación sobre los principios de la igualdad y el mutuo respeto; la organización de la Hacienda y el exacto cumplimiento a las obligaciones del Crédito Público, habiéndose pagado por este respecto Bs. 140.202.983 con 87 céntimos por intereses y amortización de las deudas que encontré al llegar al Poder, sin haber tenido necesidad de comprometer el crédito de la Nación, ni siquiera por un bolívar; la formación del Ejército; el fomento de la riqueza pública y explotación de las minas de petróleo que ofrecen un brillante porvenir; la reforma de la Instrucción de acuerdo con los métodos modernos y la construcción de más de cuatro mil kilómetros de carreteras con sus respectivos puentes de acueductos como el de esta ciudad, que estaba presupuestado en el Ministerio de Obras Públicas en cincuenta millones de bolívares, de paseos como el de El Paraíso, de avenidas como la del Cementerio y de calles de concreto como las que ostenta actualmente esta Capital; pues en los cinco primeros restantes sólo me alcanzó el tiempo para defender mi persona y el Gobierno de las asechanzas de los Caudillos, que llegaron en su ceguedad política, carencia de patriotismo y ansiedad de lucro hasta hacer bandera de protesta y de rebelión, en el seno mismo del Consejo de Gobierno, del Protocolo Franco-Venezolano de 1913, que constituye uno de los actos diplomáticos más sobresalientes de la República y sentó un precedente de incalculables beneficios en las relaciones internacionales; siendo de advertir que en ese tiempo tuve que vencer también durante cuatro años los inconvenientes, obstáculos y complicaciones derivados del gran conflicto mundial de la guerra europea.

No contentos esos señores con haberme hecho perder un tiempo precioso, se fueron al extranjero para continuar en su nefasta obra, y desde allí no han cesado de intrigar, mentir y escandalizar, en sus mezquinos propósitos de entorpecer la marcha triunfal de la República, pero están tan desacreditados dentro y fuera del País, que nadie los oye, a nadie engañan y el más completo fracaso los acompañará siempre en sus locos trabajos contra su propia Patria.

Como consecuencia natural de esa política sana y fuerte se ha conservado la paz pública en todo el territorio nacional, pues no merecen el nombre de perturbaciones y mucho menos el calificativo de revolución una que otra asonada de montoneras en pos del pillaje, que fueron localizadas y destruidas en el más breve término y que en realidad vinieron a ser como los últimos chisporroteos del apagado incendio de las viejas contiendas civiles.

Los hábitos de orden, disciplina, economía y trabajo adquiridos en mi juventud en lucha abierta con las necesidades y las inclemencias del medio, conservados durante mi existencia como la clave de feliz éxito en mis empresas, son los mismos que he venido aplicando en los diversos ramos de la Administración; de ahí el lema político de Paz y Trabajo que he colocado como un escudo al frente del Gobierno, persuadido como estoy de que sólo a la sombra de la tranquilidad pública y mediante las agitaciones dignificadoras de la labor constante, es que se desarrollan y progresan las Naciones y se hacen aptas para cumplir la misión de cultura y prosperidad que deben llenar en obsequio de la civilización y de la humanidad.

En las Memorias que os presentan los Ministros del Despacho encontraréis la Cuenta detallada de los diversos actos del Gobierno, entre los cuales considero de especial mención, en el de Relaciones Interiores, las medidas reglamentarias para el exacto cumplimiento de la Ley sobre Fabricación, Comercio y Porte de Armas, de resultados positivos para el saneamiento moral de la República; el sometimiento a juicio de acuerdo con el Código Penal, de las personas que hayan cometido el delito de alzarse contra el Gobierno legítimamente constituido, porque no existe razón alguna que sus autores sigan gozando del privilegio de no ser juzgados; excitación a los Presidentes de Estado para eliminar impuestos inconstitucionales que han venido gravitando sobre la industria pecuaria; pase a la Bula que erige canónicamente las Diócesis de Coro, Cumaná, Valencia y San Cristóbal y las reformas introducidas en la Administración de las Leproserías, con el objeto de poner en práctica los medios científicos apropiados para la curación de la Lepra.

Las relaciones exteriores se han venido cultivando con tanta cordialidad como decoro y sinceramente agradecido, quiero valerme de la solemnidad de esta ocasión, para expresar mi reconocimiento a los Soberanos y Jefes de Estados que, con motivo de haberme encargado de la Presidencia de la República, han expresado su deferencia y simpatías hacia el Gobierno y el Pueblo de Venezuela.

La Hacienda Nacional, reconstruida como ha sido sobre bases ajustadas a los más avanzados principios de las modernas finanzas, y sometida al régimen de orden y regularidad que impera en todos los servicios de la Administración Pública, muestra con la efectividad de sus resultados la eficacia de la labor realizada, y su estado es satisfactorio, pues aunque el comercio exterior del País no ha recobrado todavía su normal actividad, el fondo de reserva del Tesoro era para e1 1 de julio de 1922 de 34.695.655 bolívares 27 céntimos y para el 15 del presente mes y año de 48.000.000 de bolívares.

El crédito público ha sido atendido con la puntualidad que el Gobierno de la Rehabilitación Nacional ha observado en este importantísimo y delicado servicio de la Administración del País; puntualidad que ha traído consigo la solidez de que goza el crédito de la Nación, como se evidencia de la buena acogida que tienen nuestros títulos de deudas dentro y fuera del País, con el consiguiente aumento progresivo de sus tipos de cotización. En la Memoria del Ramo hallaréis los pormenores de su servicio durante el año, y también la exposición detallada de todas las operaciones efectuadas por el Gobierno de la Rehabilitación Nacional en el período comprendido desde el de 1909 hasta el 31 de diciembre de 1922, para descargar a la República de las enormes deudas que acumularon sobre ella pasadas Administraciones; tengo, pues, la satisfacción de deciros que, dado el empeño puesto por el Gobierno en extinguir las cargas que pesan sobre el País, es de esperarse que dentro de muy pocos años éste quede libre de todos sus compromisos.

La reorganización del Ejército y el desarrollo de la Instrucción Militar y Civil, se mantienen de manera progresiva, y los Establecimientos especiales de enseñanza llenan a cabalidad sus programas de trabajo y estudios. Se hace indispensable proceder a la reforma del Código Militar, que por anticuado no se adapta ya a las innovaciones que ha sido necesario introducir en el Ejército, de acuerdo con las ideas y métodos modernos; y en esa virtud se ha venido ocupando el Despacho de Guerra y Marina de la elaboración de un Proyecto de Código Militar que será sometido al estudio y sanción de las Cámaras Legislativas.

El Departamento de Fomento ha alcanzado mucha importancia bajo el actual régimen administrativo, no sólo por el incremento minero en general, sino también por la atención que se le ha dedicado a los otros servicios ordinarios que le corresponden.

Conocedor de lo que significa el aumento de población en Países como el nuestro, extenso y con zonas para todos los cultivos, siempre han tenido todo mi interés y simpatía la inmigración y la colonización; pero por lo mismo que ambas empresas son un gran beneficio y una gran necesidad, deben implantarse de modo firme y adecuado, sin arriesgarlas por descuido o precipitación a convertirse en medios de descréditos y perjuicios sociales; por eso en esa materia comuniqué instrucciones al Ministro de observar rigurosamente las Leyes que las rigen y de estudiar con prudencia y cálculo el plan que en definitiva ha de adoptarse, pues es preferible llevar con lentitud el acogimiento de extranjeros en calidad de inmigrados, que exponer a la Nación a ser invadida por elementos no verdaderamente aptos para las labores industriales que necesitamos.

Es indudable que en cuestión de minas nuestro territorio ocupa ya un puesto de significación, porque no son únicamente sus ricos yacimientos de oro, cobre y otros metales los que atraen el interés comercial de los extraños y alientan las energías trabajadoras de los propios, sino que en asunto de hidrocarburos la zona venezolana está reconocida como de las mejores del mundo, sobre todo en estos últimos tiempos en que el pozo de petróleo “La Rosa”, por su potencia y capacidad, sorprendió gratamente al patriotismo, superando los más optimistas cálculos de técnicos y empresarios; todo lo cual ha despertado en ese Ramo un movimiento de trabajo y riqueza altamente significativo, como preciso exponente de la importancia económica y del crédito de Venezuela, revelador, al mismo tiempo, de la firmeza de la Paz y de la plena confianza que las Empresas serias y los grandes capitales tienen en la palabra, el orden y la justicia de esta Administración.

En el Ramo de Obras Públicas se trabaja con actividad en esta ciudad y en todas partes de la República, especialmente en la conservación y mejora de las carreteras existentes y en la construcción de otras nuevas en los Estados Guárico, Anzoátegui, Sucre, Monagas, Bolívar, Portuguesa, Lara, Falcón, Zulia, Táchira, Mérida y Trujillo, y como lo habéis visto en los Decretos de 19 del presente mes, se procede también a la construcción de las Carreteras de Los Andes y de Miranda para enlazarlas a las de Occidente y Oriente, que unirán esas ricas regiones productoras al Centro, de modo que en breve tiempo podrá recorrerse en automóvil el territorio nacional de uno a otro extremo y los abundantes frutos de las diversas zonas concurrirán a esta Capital en medio de los himnos entonados a la Paz y al Trabajo.

La red de cloacas de esta ciudad se continúa con tesonero empeño, y esa obra de vital importancia, ante cuyo inmenso costo calculado en épocas pasadas en ochenta millones de bolívares, habían retrocedido arredrados los Gobiernos anteriores, será en breve una realidad, que junto con el Acueducto, aseguran la salubridad de esta Capital.

De los actos llevados a cabo en el Ramo de la Instrucción Pública, es sin duda alguna importante por su trascendencia, la reapertura de la Universidad Central, decretada con fecha 4 de julio del año de la Cuenta; y el Ministerio de Instrucción Pública se ocupa actualmente de la revisión comparativa y detenida de la legislación del Ramo para su oportuna reforma por las Cámaras Legislativas.

Como lo veis, el estado de la República no puede ser más satisfactorio, entregada de lleno a las labores fecundas del Trabajo en el seno de la Paz, respetada y admirada por las Naciones cultas de América y Europa; y quiera Dios que así continúe hasta llegar a la alta cumbre de grandeza y gloria que soñaron para ella nuestros Libertadores.
    
J. V. GÓMEZ.
Capitolio Nacional, 28 de abril de 1923.

(Extraído del Libro “Mensajes Presidenciales”, Tomo IV, 1910-1939, Presidencia de la República, Caracas, 1971, Págs. 185-191).


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