MENSAJE DEL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ
PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA
PRESENTA AL CONGRESO NACIONAL EN 1911.
Ciudadanos Senadores. Ciudadanos Diputados:
Os presento mis patrióticas congratulaciones por vuestra
instalación constitucional. Siempre es satisfactorio para el país la reunión
del Cuerpo Legislativo, puesto que él es el llamado a corregir las deficiencias
de las leyes, a dictar medidas de utilidad general y a elaborar, en unión con
los demás Poderes, por la grandeza y felicidad de la Patria.
Además, vuestra reunión en sesiones ordinarias es reveladora de
que impera la normalidad en todos los ramos de la Administración pública; y si
a la regularidad administrativa se agrega la calma política que existe en los
círculos y en las individualidades, cúmpleme deciros que Venezuela atraviesa
felizmente una situación de paz y de armonía que el Gobierno Nacional procura
aprovechar en beneficio de la comunidad.
Cuando el 19 de diciembre de 1908 proclamé el imperio de la
legalidad y tracé el programa político al cual he venido adscrito con absoluta
perseverancia, no procedí solicitando para mí el aura popular, sino escuchando
los clamores públicos que desde tiempo atrás se dirigían contra la estrecha
política banderiza, infecunda y odiadora, que con dolorosa frecuencia venía
lanzando a los venezolanos a la encendida arena de las guerras civiles. Habíame
tocado por designio providencial, en 1903, poner con mi espada término a la
última terrible lucha. No esperé jamás alcanzar tan alto favor en mi carrera de
soldado; y más que a mis escasas aptitudes, más que a mi decidida voluntad en
el cumplimiento de mis deberes, lo atribuí a la fortuna, que en ocasiones se
fija en los seres más modestos para galardonados.
Más después, cuando en 1908 se condensó la opinión pública
clamando por el régimen legal y rodeó entusiasmada la Administración que se
acababa de inaugurar, comprendí que mi esfuerzo bélico de cinco años atrás, necesitaba
un complemento precioso, quizá más difícil que el primero, porque si para éste
me bastaron la actividad, la disciplina y el honor, para alcanzar ese
complemento necesitaba pedir a la abnegación sus impulsiones, a la filosofía
sus luces, al patriotismo sus instintos y a la ecuanimidad su firmeza.
Pensé entonces que la victoria alcanzada con las armas debía, para
ser fecunda en beneficios, consolidarse con la tranquilidad de los espíritus,
con la tolerancia para todas las opiniones, con la utilización de todas las
aptitudes y con el implantamiento de un Gobierno que fuera a un tiempo mismo
fuerza y derecho, amparo y justicia.
Para esto tenía que desprenderse de todo lo que me era individual,
a fin de exhibirme ante la República traduciendo lealmente sus anhelos.
A los rencores políticos había que reemplazarlos con la
tolerancia, a la estrechez de miras con la expansión patriótica, a la crueldad
autoritaria con la magnanimidad cristiana; y al expresar tales propósitos en
solemne y público documento, no trazaba un programa de duración efímera, como
esos que antes escribieran Caudillos ambiciosos o revoluciones equívocas y
suspicaces, sino que consignaba austeramente el fruto de mis profundas
convicciones en obsequio de la amada patria.
La época era excepcional. Venezuela acababa de pasar por una
Dictadura de diez años que amilanó los espíritus, aumentó los odios políticos,
aniquiló la riqueza pública, degradó la soberanía nacional y elevó a triste
trono el menguado personalismo. Como la época, era también excepcional mi
situación; y de aquí la inspiración del programa de diciembre, la firmeza con
que he mantenido en alto y la inquebrantable resolución que abrigo de
sostenerlo hasta el último día de mi Administración.
Creedlo, ciudadanos Senadores y Diputados, mi más íntimo anhelo es
la felicidad de la patria y el bien de todos mis compatriotas; y cuando en
cumplimiento de grandes e ineludibles deberes me veo forzado a tomar alguna
medida represiva, porque no todos los hombres son atentos a la voz de la prudencia
y a los consejos del patriotismo, lo hago desgarrando mi propio corazón, que
siempre está abierto para todo sentimiento noble.
Para llevar hasta el fin el programa político de que os he
hablado, yo pido a vosotros, a los demás poderes públicos, a mis compatriotas
todos la más absoluta colaboración. La experiencia nos ha demostrado que la
intransigencia política, acalorada por las pasiones sectarias, ha sido la causa
eficiente de nuestras insensatas luchas. Nos ha demostrado también: que las
caprichosas agitaciones de los círculos interrumpen la administración y a veces
paralizan el progreso, porque cuando los hombres se empeñan en ver la política
al través del prisma de la posesión de los empleos públicos, ponen a un lado el
interés nacional para satisfacer únicamente las aspiraciones del egoísta
individualismo.
La democracia para ser fecunda en beneficios, debe ser respetuosa
a todo derecho. Un orden constituido legítimamente, no debe estar expuesto a
cambios arbitrarios; y cuando del seno de las urnas electorales ha surgido un
sistema administrativo, es deber de todos los partidos apoyarlo y sostenerlo
mientras subsista por ministerio de la ley. Estas ideas las he esparcido por
medio de documentos públicos, por mi correspondencia epistolar y por mis conversaciones
con los hombres de la política; y siento la más viva complacencia en deciros:
que por todas partes germina y da frutos la semilla del bien; que las pasiones,
antes irreconciliables, se someten a las imposiciones de la razón; que la
tolerancia republicana se abre paso y acerca y estrecha a los hombres; que en
los Estados y en la Nación se atiende más que a otra cosa, a la administración
y al progreso; y que ha entrado ya en la conciencia de los ciudadanos el íntimo
convencimiento de que debemos aprovechar el actual extraordinario período
constitucional para poner las bases del perpetuo reinado de la paz y del
incesante desarrollo de las riquezas con que la sabia y providente naturaleza
ha dotado a Venezuela.
En este propósito podéis contar con mi consagración más absoluta,
porque creo que no hay sacrificio, por grande que él sea, que no debamos
ofrendar en aras de la felicidad de la República, que es nuestra propia
felicidad.
Paso a daros cuenta, en cumplimiento del deber que me impone el
artículo 83 de la Constitución, de los actos administrativos y políticos de la
Administración que presido desde el 3 de junio del año pasado, en virtud del
nombramiento con que me honrasteis y por el cual os reitero mi más rendido
agradecimiento; dejando a cargo de los ciudadanos Ministros del Despacho
Ejecutivo, que os presenten en sus respectivas Memorias los pormenores de la
Administración nacional.
Por decreto de 29 de junio último, derogué el de 3 de junio de
1903 que creaba el cargo de Fiscal de la Nación, porque existiendo, por
creación constitucional, el Procurador de la Nación, debían en este empleado
refundirse las atribuciones de aquél.
Tengo que anunciaros la sensible defunción del ciudadano General
Amábile Solagnie, Presidente Constitucional del Estado Falcón, acaecida en esta
capital el 27 de octubre pasado. Las raras cualidades de que se hallaba dotado
el General extinto, sus méritos individuales, la discreción y el patriotismo
con que se desenvolvía en la escena pública, dieron a su muerte carácter de
duelo público, y así lo declaré por decreto oficial. Tratándose de servidores
como el General Solagnie, nunca será exagerada la expresión de la gratitud
nacional.
También tengo la pena de anunciaros el fallecimiento del ciudadano
General Diego Bautista Ferrer, antiguo y benemérito servidor de la República.
Esta sensible defunción fue declarada con justicia motivo de duelo público; y
como quiera que el General Ferrer desempeñaba el cargo de Consejero de Gobierno
Suplente por la cuarta Agrupación, debéis elegir la persona que haya de
reemplazarlo.
He ordenado una edición del Himno Nacional y declarándola texto
oficial. He creado, por decreto de 3 de enero último, las Comisarías nacionales
de “Amacuro” y “El Dorado” por juzgarlas indispensables y altamente convenientes
al mantenimiento de nuestro derecho territorial en la región de la Guayana.
Esas Comisarías se encuentran ya en actividad con un presupuesto bastante a
cubrir sus necesidades, con un personal competente y con una reglamentación
adecuada al importante objeto.
Recientemente se presentaron en el país agentes extranjeros
promoviendo enganches de jornaleros y trabajadores que debían prestar sus
servicios en obras fuera del país; y como es deber de los Gobiernos velar por
la suerte de los ciudadanos, expedí el 28 de enero una resolución estableciendo
los requisitos que debían llenarse a fin de que los enganchados no fueran a
sufrir perjuicios, y luego se vieran expuestos al abandono lejos de la patria.
El importante trabajo del Mapa físico y político de Venezuela ha
continuado con actividad e inteligencia por parte de los Ingenieros
respectivos, y ya se ha comenzado su impresión y grabado.
Los ciudadanos Presbíteros Doctores Aguedo F. Alvarado y Arturo
Celestino Álvarez, a quienes en vuestras sesiones del año pasado y a mi
propuesta, elegisteis Obispos, respectivamente, de las Diócesis de Barquisimeto
y Zulia, prestaron oportunamente el juramento de ley, y después de recibir la
institución canónica, entraron en posesión de sus Dignidades, y en ellas ejercen
cumplidamente su Apostolado.
La presteza con que la Santa Sede contribuyó a la provisión y
actividad de estas Diócesis, revela la armonía que reina entre los poderes
civil y eclesiástico. Otras dignidades inferiores se han provisto en algunas
catedrales, de conformidad con la ley de Patronato vigente, y de ello os
informaréis por la Memoria de Relaciones Interiores que os presentará el
Ministro del Ramo. Como complemento de actividad de las referidas Diócesis os
diré que ambas han sido dotadas con un presupuesto anual de Bs. 9.600.
En atención a la necesidad que de algún descanso tienen los
empleados públicos, he declarado en vigor las vacaciones oficiales a partir del
15 de agosto al 15 de setiembre de cada año.
Las empresas de navegación del lago de Maracaibo y la fluvial y
costanera de Venezuela en el Orinoco y sus afluentes, se encuentran hoy
refundidas en virtud de un contrato que celebraron de mutuo acuerdo. La empresa
así refundida presta cada día el mayor desarrollo a la comunicación fluvial y
marítima.
En el contrato sobre la navegación de Barlovento se han hecho
algunas modificaciones de acuerdo con el contratista.
En el año trascurrido después de vuestra última reunión
constitucional, se han presentado en la capital, en épocas distintas, algunos
casos esporádicos de peste bubónica; pero la autoridad pública ha tomado
oportunamente activas y eficaces medidas, y la terrible enfermedad no ha
llegado a asumir los caracteres de epidemia. El Gobierno, prestando la debida
atención a la Higiene pública, ha dictado el Reglamento de sanidad y cuarentena
adoptado por la Convención de los Gobiernos de las Colonias Británicas del Mar
Caribe; ha organizado convenientemente el servicio de la sanidad en el Distrito
Federal; se ocupa de extenderlo a todos los puertos de la República; y con
anuencia patriótica de la Cámara de Comercio, ha establecido un impuesto
adicional sobre los rendimientos aduaneros, cuyos fondos administra una
respetable Junta de industriales.
En materia de pensiones civiles y militares tengo que deciros que
existiendo un notable desequilibrio entre la cantidad presupuesta y la
reconocida por la Junta respectiva, he dejado a vuestra prudencia solucionar el
asunto.
De conformidad con lo dispuesto en la atribución 7ạ del artículo 80 de la Constitución, el
Presidente de la República puede separarse del ejercicio del Ejecutivo cuando
lo exija un asunto de interés público; y también puede separarse por algún
tiempo del cargo, para lo cual llamará al que deba reemplazarlo. Compréndese
que por la letra y espíritu de la Constitución, se trata de dos casos, el uno
cuando la separación sea por asunto de interés público, y el otro cuando esa
separación, cualquiera que sea la causa, dure algún tiempo, que dicha
Constitución no determina; y como mi mayor deseo, y al mismo tiempo la
imposición de mi deber es someterme estrictamente a las prescripciones legales,
espero y os pido que dictéis una ley reglamentaria para el uso de la citada
atribución.
Dentro de breves días nos encontraremos celebrando el primer
Centenario de nuestra independencia, y para que las patrióticas fiestas
revistan la mayor solemnidad, estaréis en ellas presentes, y así se exhibirá
plenamente constituida la República por medio de la actividad de sus Poderes
Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Vamos, pues, a conmemorar la fecha magna, y
unidos los representantes de esos Poderes al pueblo venezolano, llevaremos al
altar de la patria nuestras gratitudes, nuestras oblaciones y nuestros votos
por los beneficios que hemos recibido de aquella generación de patricios, por
el progreso de nuestra República y por los propósitos que abrigamos por su
creciente bienestar.
El acontecimiento no puede ser más grandioso; y felices debemos
llamamos cuando nos ha tocado la envidiable suerte de consagrarlo secularmente.
Como preciada herencia nos quedan de los hombres eminentes de 1811, la
soberanía y la independencia, la libertad y el derecho; y al demostrar nuestra
gratitud por tan inmenso galardón, debemos en las fiestas centenarias hacer el
solemne juramento de vivir para siempre en paz, de cumplir en todo tiempo los
grandes deberes del ciudadano y de llevar nuestra patria por etapas gloriosas a
un porvenir brillante como el sol de nuestra zona, y espléndido como las
inmensas riquezas de nuestro territorio.
Para la grandiosidad de la fiesta están en actividad todos los
Departamentos del Ejecutivo Nacional, agitándose cada uno en su esfera, a fin
de corresponder dignamente a la sublimidad del objeto, y atender a las
representaciones que del interior de la República y de las naciones amigas,
vengan a honrarle con su asistencia.
Tengo el placer de anunciaros que la República se conserva en
completa armonía con las naciones amigas; y aunque se encuentra pendiente la
reanudación de relaciones con la República francesa y con el Gobierno de los
Países Bajos, ello no ha dependido absolutamente de Venezuela, ni de su
Gobierno.
Cuando a fines de 1908 se inició el período que presido, prometí
al Excelentísimo Barón de Seokendorff, entonces digno representante del Imperio
alemán y espontáneo mediador entre Venezuela y aquellos países, que mi Gobierno
atendería en justicia y equidad los asuntos pendientes, en cambio de volver a
la armonía que había desgraciadamente turbado mi antecesor, poniéndose al
efecto bases que fueron estrictamente cumplidas por mi Gobierno; y cuando se
esperaba con anhelo el reanudamiento de relaciones, surgieron inesperadamente
nuevas exigencias por parte de Francia y de los Países Bajos.
La primera de estas naciones aspiró a que por medio de una
Comisión mixta se resolviesen ciertas nuevas reclamaciones a que se creían con
derecho algunos ciudadanos franceses; firmóse con tal fin un protocolo ad
referéndum entre el Ministro francés y nuestro representante en algunos puntos
de Europa; pero como las tales reclamaciones carecían de antecedentes y existía
en vigor la Convención celebrada entre Francia y Venezuela en 1885, no pude
asentir a lo estatuido en el citado protocolo. De conformidad con nuestras
leyes y con los términos de la referida Convención, cualquier reclamación de
ciudadanos franceses tiene que ventilarse por la vía ordinaria de los
Tribunales, y sólo en el caso de denegación de justicia o de injusticia
notoria, es que procede la acción diplomática. En cumplimiento, pues, de esos
pactos es que no he aceptado la Comisión mixta; y a la hora en que el Gobierno
francés quiera bajo esas condiciones restablecer su trato con Venezuela,
dispuesto estoy, no sólo a suscribirlo, sino a celebrarlo, pues comprendo las
grandes afinidades etnológicas y mercantiles que existen entre Venezuela y
Francia y las notables utilidades que reportarían recíprocamente ambas naciones.
Entre los Países Bajos y Venezuela no existen dificultades verdaderamente
apreciables. Sobre las bases tratadas privadamente con el Barón de Seokendorff,
todo quedaba arreglado y allanado justa y equitativamente; pero luego surgió un
inconveniente, que no es diplomático, porque el Gobierno de La Haya ha tomado a
empeño en hacer depender el restablecimiento de las relaciones de la solución
favorable de una reclamación que el súbdito neerlandés señor Thielen, cree
tener contra Venezuela por los perjuicios que causaron en sus propiedades
mercantiles unos cuantos individuos que se amotinaron en esta capital el 13 de
diciembre de 1908. Cualquiera que sea la reclamación del señor Thielen está
fuera de la ley, porque según nuestras instituciones, el Gobierno no es
responsable ni está obligado a pagar perjuicios ocasionados por revolucionarios
o amotinados. Así lo ha establecido la República en su legislación desde el
propio origen de su nacimiento. Además, en el caso concreto del señor Thielen,
las autoridades ocurrieron presurosas a evitar o detener la agresión, y así
pudieron lograrlo en gran parte. Yo espero que el Gobierno de La Haya, tan
prudente en sus procederes, no persista en hacer depender el restablecimiento
del trato que tanto anhela Venezuela, de la solución de un asunto meramente
individual e injusto por su propia naturaleza. Tratándose de los grandes
intereses de dos naciones amigas, debe apartarse todo rozamiento que provenga
de aspiraciones individuales notoriamente injustas. En todo caso queda expedita
al señor Thielen su acción para deducirla ante los Tribunales.
Continúan tratándose entre el Enviado Extraordinario y Ministro
Plenipotenciario de Colombia y nuestro Plenipotenciario, las cuestiones que
desde hace más de ochenta años viven pendientes entre ambos países sobre
límites, navegación y comercio. Siempre he tenido la creencia de que ninguna
como la época actual es la aparente para llegar a un arreglo equitativo, porque
conmemorándose en estos días el génesis de nuestra independencia, que involucra
para colombianos y venezolanos, comunidad de sacrificios y de glorias, es
natural esperar que ambas Repúblicas penetren con espíritu levantado en la
serena atmósfera de la expansión para hacer gala de desprendimiento y equidad.
Sobre la base del Laudo Arbitral pronunciado en el litigio por Su Majestad
Católica, caben las cesiones y compensaciones territoriales. Prolongar por más
tiempo semejante estado de cosas sería legar un serio conflicto a las
generaciones del porvenir, y ya que la Providencia quiso que de una misma cuna
surgieran a la vida independiente Venezuela y Colombia, procuremos por todos
los medios que entre ellas reine a perpetuidad la armonía de los intereses. Por
mi parte declaro: que aspiro a tener la gloria de suscribir el definitivo
arreglo, como el acto más anhelado, más feliz y más solemne de mi vida pública.
No se ha terminado el tratado de Comercio pendiente con la
República de Cuba. Al proyecto primitivo se le han hecho modificaciones por
ambas partes, y ojalá que conciliados los intereses recíprocos se llegue a una
favorable solución. El tratado de extradición fue convenido, ha sido ya
aprobado por el Congreso cubano y espero que también merezca vuestra aprobación.
La República del Ecuador, también nuestra hermana en sacrificios y
en glorias, ha acreditado entre nosotros un culto y dignísimo representante, el
Excelentísimo señor General Julio Andrade, al cual he tenido el placer de
recibir oficialmente.
La liquidación que Venezuela tiene pendiente con España por hechos
realizados en la guerra de independencia está aún sin solución, no obstante que
nuestra República viene cumpliendo con toda cabalidad sus compromisos con
aquella nación amiga. El hecho de que Venezuela no haya aprovechado la
oportunidad de las Comisiones mixtas que se reunieron en Caracas en virtud de
los protocolos de Washington, puede argüir a lo más incuria en los magistrados
de entonces, pero de ninguna manera autoriza un diferimiento indefinido. Los
acreedores particulares instan a mi Gobierno a intervenir en tan grave asunto,
y es natural se restablezcan pronto las gestiones sobre el particular y que
España las acoja con espíritu de justicia.
A pesar de nuestras cordiales y cada día más estrechas relaciones
con los Estados Unidos de Norte América, no se puede acceder a la insinuación
que hiciera su Gobierno de establecer un Agente consular en Guanoco. Nuestras
leyes son terminantes en esto y no permiten tales empleados en puertos no
habilitados. Así se le demostró al representante de aquella nación amiga, quien
no vaciló en reconocer lo evidente de la razón.
Si no hubiese existido tal prohibición, muy placentero me habría
sido acceder a la solicitud, porque experimento por la gran nación
norteamericana las más vivas simpatías. Colocada ella a la cabeza del
Continente y llevando en él la hegemonía comercial y política, jamás ha
producido conflictos a nuestra República, ni hecho alarde de su omnipotencia
para imponemos la arbitrariedad y la injusticia. Antes por el contrario, se ha
interpuesto, a veces, entre la fuerza extraña y nuestra debilidad material,
para abogar por nuestros fueros. No le debemos un solo agravio y sí algunas
demostraciones de simpatía. Comprendo que la gran nación aspira a extender el
ya amplio puesto que sus productos tienen en nuestros mercados, y juzgo natural
semejante aspiración; pero mi patriotismo, lo digo con toda ingenuidad, no
abriga el más ligero temor por la fuerza de aquel país, porque veo que sus
procedimientos están fundados en la serenidad de sus principios, que la exhiben
como la Democracia más acabada y menos imperfecta que haya tenido la humanidad.
De aquí que al inaugurar mi Administración en 1908, procuré el
arreglo de las cuestiones diplomáticas que mi predecesor había dificultado y
agriado; y después de prolongadas y laboriosas conferencias entre nuestra
Cancillería y el representante especial de los Estados Unidos, se ajustó un
arreglo decoroso para ambos países, en armonía con las prescripciones del
Derecho de Gentes. Todas las reclamaciones se terminaron por transacción, menos
la de la “Orinoco Steamship Company”, que fue sometida a la decisión del
Tribunal de La Haya, quien declaró nula la sentencia del Superárbitro Barge y
condenó a Venezuela al pago de 46.867 dollars 42 centavos, cantidad que ya ha
pagado mi Gobierno, a pesar de no encontrar el fallo dictado en justicia.
Un nuevo Ministro acaban de acreditar los Estados Unidos en
Venezuela, el señor John Work Garrett, el cual ha sido recibido oficialmente.
Nuestras relaciones con el Gobierno de Su Majestad Británica se
conservan en muy buena armonía, y últimamente ha llegado a Caracas y ha sido
recibido oficialmente un nuevo Ministro diplomático, el señor Frederic D.
Harford.
Sólo tenemos con el Gobierno Británico la instancia que desde hace
algún tiempo, y especialmente desde la instalación de mi Gobierno, viene
haciendo por la abolición del 30% adicional que grava las procedencias de las
Antillas. Este impuesto existe en Venezuela desde hace treinta años: forma
parte de su legislación fiscal; ha creado intereses de cierto orden que, por
referirse a las industrias nacionales, deben ser vistos con especial atención;
y si bien es cierto que las franquicias comerciales y la igualdad de las
tarifas constituyen una aspiración universal, tenemos que llegar a ese fin
tomando previamente medidas previsivas que prevengan un desequilibrio fiscal. A
pesar de las dificultades políticas y administrativas que he tenido que vencer,
provenientes de los desaciertos del largo período de la Dictadura pasada, he
prestado mi atención a las insinuaciones de la Gran Bretaña y ojalá llegue el
momento de que sus intereses a este respecto y los nuestros puedan ser
satisfactoriamente armonizados. Mientras tanto, el tiempo de la demora no debe
ser justificado motivo de contrariedad para una nación, nuestra antigua amiga,
que sabe inclinarse ante el imperio de la razón y de la justicia.
Una excitación me fue dirigida por el señor Presidente de la
República del Ecuador para que promoviese, como Presidente de Venezuela, una
Confederación de las Repúblicas que formaron la antigua Colombia, para lo cual
se reunirían sus representantes en Caracas en las próximas fiestas del
Centenario. Acogí con entusiasmo la patriótica idea, ampliándola, por lo
pronto, a fin de que alcanzase a todas las Repúblicas que deben su existencia
al genio fecundo y al esfuerzo heroico de Bolívar, y luego a las demás del
Continente. Estudiado el importante asunto por el Ministerio de Relaciones
Exteriores, y formulado el proyecto respectivo, fue aprobado por el Gobierno y
luego aceptado en principio por los representantes de Colombia, Ecuador y Perú existentes
en Caracas. Después acredité los Enviados Extraordinarios y Ministros
Plenipotenciarios que debían llevar el proyecto a las Repúblicas, y experimento
satisfacción al anunciaras que el pensamiento de la reunión del Congreso
Boliviano ha sido aceptado por las Repúblicas, quienes además, han otorgado a
los Enviados de Venezuela muy señaladas atenciones.
Yo espero que de esta reunión de los Representantes de las cinco
Repúblicas, surjan resoluciones muy útiles a los intereses de ellas, y que al
recuerdo del común origen, y por sus estrechos vínculos históricos, arreglen
las condiciones de su porvenir, asegurándolo bajo las bases de la fraternal
armonía y de la más amplia equidad.
Me complazco en anunciaros el perfecto y satisfactorio estado de
nuestras finanzas, para lo cual ha bastado una persistente labor de economías y
de severa administración. De floreciente, no vacilo en calificar la situación
fiscal de la República. Se ha pagado con exactitud el presupuesto del servicio
público en sus diferentes ramos; se ha cubierto los compromisos del Crédito
Público interior y exterior; se han invertido grandes cantidades por el ramo de
Obras Públicas; se han hecho algunas erogaciones por imprevistos para
satisfacer exigencias ineludibles; se atiende a los crecidos gastos que demanda
la próxima celebración del Centenario de la Independencia; y como complemento
de tanto esfuerzo de laboriosidad y de honradez fiscal, debo deciros que la
cuenta que lleva el Gobierno con el Banco de Venezuela, y que para el 1⁰ de julio de 1910 arrojaba un saldo adverso de Bs. 2.694.813,64,
más lo pagado por gastos del Centenario montante a Bs. 4.000.000, para el 15
del presente mes, estaba cancelada.
Esta regularidad y método con que se ha llevado la Hacienda
Pública, no sólo nos ha permitido llegar a tan plausible desahogo, sino que ha
levantado en el interior y el exterior el crédito de la nación y los valores
públicos han alcanzado elevados precios, casi duplicado en el espacio de la
Administración actual.
Durante el año económico de 1909 a 1910 se pagó por servicio de
las Deudas y otras reclamaciones reconocidas, la cantidad de Bs. 12.704.782,63,
y de junio de 1910 hasta el 15 de este mes, Bs. 10.144.676,07, en la siguiente
forma:
Para el 31 de marzo de 1910 debía la República 187.761.285,86
bolívares, así:
En mi anterior Mensaje del año pasado os hice presente la
necesidad de fijar una cantidad para la amortización de la Deuda por Convenios
Diplomáticos, emitida en los años de 1903 y 1904 y la emitida en 1905 en virtud
de la sentencia del Superárbitro Plumbley. A estas deudas sólo se paga un
interés anual de 3%, de modo que su capital permanece íntegro. Espero que en
las presentes sesiones corrijáis esta inconveniencia, e igualmente insisto en
que dictéis alguna disposición acordando un plazo para la cancelación, por
caducidad, de varios remanentes de Deudas no presentadas a conversión que
montan Bs. 144.000,97 y que seguramente se han extraviado o destruido.
En virtud de los Protocolos de Washington, se creó una Deuda de
Bs. 38.385.411,94. Este fue el sacrificio material que costaron a la República
los alardes de mentida independencia de mi antecesor; pero hubo un sacrificio
todavía mayor, el de la dignidad nacional, que quedó postrada en el hecho mismo
de esos Protocolos y en su tristísimo texto.
Encontré esa Deuda enorme, la acepté como fatal herencia, y como
la solidaridad de los Gobiernos es para mí un principio de moralidad pública,
he cumplido el ominoso compromiso y sólo se adeuda hasta la fecha la suma de
Bs. 8.066.078, que espero dejar saldada antes de concluir mi período
constitucional.
Las reclamaciones “Crichfield” y “Manoa” también originarias de la
época de la Dictadura, quedaron reducidas en diciembre del año pasado, la
primera a Bs. 1.852.500, y la segunda a Bs. 1.501.500.
Por resolución ejecutiva de 16 de julio de 1910 se ordenó la
conversión de la primera edición de la Deuda Nacional Consolidada del 3% anual,
por la segunda edición, con cupones de intereses del número 61 al número 120,
habiéndose agotado los anteriores. Hasta el 31 de marzo de 1911 se ha
convertido la cantidad de Bs. 57.745.683,57.
Existe alguna Deuda flotante, originada de órdenes y
reconocimientos hechos por gobiernos anteriores. No puedo apreciar su
montonamiento, pero debo deciros que son frecuentes las gestiones que hacen los
tenedores reclamando el pago, gestiones que a veces embarazan el Departamento
de Hacienda. Quizá sería lo mejor que dictasteis alguna medida por la cual se
sometiese a la Junta de Crédito Público, presidida por el Ministro de Hacienda,
el examen y liquidación de esos reclamos para ser pagados con deuda pública. De
esa manera se regularizaría el servicio y no estaría el crédito del Gobierno
expuesto a interpretaciones.
Autorizado el Ejecutivo Nacional por vuestro decreto de 20 de
junio de 1910, y atendiendo a las necesidades de la circulación, a la vez que
al propósito de proporcionar a la Hacienda un arbitrio para hacer frente a los
crecidos gastos de la celebración del Centenario de la Independencia, ordenóse
la acuñación de monedas de oro y plata, de acuerdo con la ley de la materia.
Los detalles de esta operación los encontraréis en la Memoria respectiva. Con
garantía del producto líquido de dicha acuñación y por contrato de 13 de junio
del pasado año, abrió el Banco de Venezuela un crédito especial al Gobierno,
crédito que se denominó del Centenario y que se ha destinado en gran parte a
las obras públicas, a las de fomento y a las de instrucción pública.
Se ha prestado muy especial atención al servicio de Aduanas,
Resguardos y Caletas, buscándose siempre personas competentes y honradas para
el desempeño de estos empleos.
El contrabando ha sido objeto de constante vigilancia y se han
logrado resultados positivos. Destinado a este servicio se ha construido en el
Astillero de Puerto Cabello el vapor guardacostas “29 de Enero”, que ya está
funcionando y servirá de modelo para otras construcciones.
Por la diversidad de Resoluciones fiscales, de distintas épocas y
diseminadas en muchas publicaciones, dispuse una nueva edición del Arancel, que
refundiera las disposiciones vigentes y evitase las dudas y erróneas
interpretaciones. De esa manera los gremios industriales tienen una pauta
segura a qué ajustar sus procedimientos, y el Gobierno se encuentra libre de
reclamos y peticiones.
Los empleados fiscales, en general, cumplen eficaz y honradamente
sus deberes.
Al referirme al Departamento de Guerra y Marina, tengo la
patriótica satisfacción de deciros: que en el año de vuestro receso las armas
han permanecido en silencio y que sólo se escucha por todo el ámbito de la
República el dulce ruido del trabajo, fruto de la bendecida paz.
Empero, el ejército se mantiene activo y atendido en todas sus
necesidades. Las guarniciones son periódicamente revisadas, y así el Ministerio
del Ramo, como el Inspector General, son acuciosos y diligentes para mantener
el servicio en condiciones de regularidad.
El 5 de julio del año pasado se inauguró la Academia Militar
creada por decreto de 20 de junio anterior. Este instituto por su organización,
y por la atención que se le presta, está dando satisfactorios resultados y está
llamado a elevar el servicio militar a un tecnicismo hasta ahora desconocido.
Los jóvenes que en él se instruyen dan cada día muy apreciables muestras de
inteligencia y de espíritu patriótico.
Apercibido de que en los distintos cuerpos que hacían el servicio
militar existían individuos que contaban algunos años en los cuarteles, acordé
su reemplazo, porque no es equitativo ni justo exigir a un ciudadano mayores
obligaciones que las que le imponen las leyes. En consecuencia, muchos de esos
ciudadanos se han restituido a sus hogares y los pocos que aún quedan en
servicio serán en breve reemplazados.
He prestado particular atención a la sanidad militar, y al efecto
el Hospital que existe en esta ciudad tiene una buena dotación personal e
instrumental.
Como la Táctica de infantería vigente adolece de notables
deficiencias, he acordado su revisión y confiándola a una comisión técnica.
Los parques de la República cuentan con una gran existencia de
armas y de material de guerra, en previsión de toda eventualidad.
Las Bandas Marciales del Distrito y varias otras han sido dotadas
de muy buenos instrumentos.
Han recibido reparaciones de importancia en Caracas los edificios
del Hospital Militar, la Academia Militar, Guardia de Miraflores, el Cuño,
Cuartel del Mamey, Cuartel San Carlos y Cuartel del Hoyo; en La Guaira las
fortalezas de la Vigía y San Carlos; el Cuartel de Maracay; en Puerto Cabello
el Castillo Libertador y el "Fortín Solano"; en Maracaibo el Cuartel
de la ciudad y la fortaleza de San Carlos; en Calabozo, el Cuartel de la
ciudad, así como el de San Cristóbal y los fuertes de Campo-Elías y Villapol,
en Guayana.
Sobre el Departamento de Marina, os diré: que está en actividad la
Escuela Náutica creada por decreto de 20 de junio del año pasado; que el
adelanto de los alumnos es muy notable; que el Instituto está muy bien servido
por marinos y profesores competentes; que en estos momentos hace la Escuela su
primer crucero yendo en peregrinación patriótica hacia Santa Marta a visitar y
cubrir de flores la primera tumba del Caudillo incomparable a quien debemos
libertad y patria; que es progresivo e intenso el desarrollo del Astillero de Puerto
Cabello; que actualmente se construye un Dique de acero para buques de 4.000
toneladas; y que ya se ha visto la conveniencia del Astillero por la
construcción del guardacostas de que antes os he hablado.
El Gobierno ha adquirido en propiedad el terreno que en esta
capital poseía la extinguida compañía del “Jockey Club Venezolano” con el fin
de aplicarlo a concursos de agricultura y cría; y mientras éstos se realizan ha
mejorado el Hipódromo, dándole mayor comodidad, ya para proporcionar a los
aficionados a las carreras de caballos una distracción honesta, como para
contribuir al mejoramiento de la especie equina.
Se ha organizado una Estación de semillas y plantas para llenar
los fines de esta clase de establecimientos, o sea la implantación de nuevos cultivos
tropicales.
Hace algunos meses que se encuentra en Caracas un inteligente
Ingeniero Agrónomo, que ha hecho venir el Gobierno para el establecimiento de
una Granja Modelo, donde los hijos del país estudien los cultivos y las
industrias, tales como se practican en las naciones adelantadas; pero no se
fijado aún el lugar adecuado para la fundación, porque he creído que vosotros
sois los más llamados a hacerlo.
Notándose cierta contradicción en el artículo 23 de la Ley de
Tierras Baldías en lo relativo a la forma del pago y en la manera de valorar la
Deuda Nacional Interna Consolidada del 3 %, para zanjar la dificultad, el
Ejecutivo Nacional, por resolución de 24 de noviembre último, optó por atenerse
provisionalmente al pago en dinero efectivo.
En el año último, la enajenación de tierras baldías ha sido de 205
hectáreas y algunos millonésimos, en terrenos apropiados a la agricultura, y de
seis leguas cuadradas y algunos millonésimos en terrenos de cría.
Creo de alta importancia para la regularidad administrativa, así
como para el desembarazado ejercicio de las atribuciones del Ejecutivo
Nacional, comunicaras que la ley de Tierras Baldías se ha prestado a erróneas
interpretaciones, porque en las facultades concedidas al Ejecutivo, silencia la
de arrendar, a tiempo que le conceden las de vender y donar. Semejante
interpretación la juzgo absurda, porque es un axioma jurídico de que el que
puede lo más, puede lo menos, y además la Constitución en su artículo 80,
concede al Ejecutivo la administración de los Territorios Federales y de los
terrenos baldíos, minas, salinas y renta de aguardiente; de manera que la
facultad de administrar, implícitamente lleva envuelta la potestad del
arrendamiento, porque tal es la estructura jurídica del mandato. Sin embargo de
que no encuentro el punto cuestionable y de que no requiere interpretación,
porque la primera regla de hermenéutica, es que no se debe interpretar lo que
está claro, juzgo lo mejor, y espero que pensaréis idénticamente, introducir en
la Ley sobre tierras baldías una reforma que incluya entre las facultades del
Ejecutivo la de arrendar por determinado tiempo las tierras baldías y darlas en
enfiteusis; bien entendido que para poblar y cultivar nuestro vasto territorio,
se necesita abrir facilidades a la colonización e inmigración.
Otro punto se ha prestado a controversia, y es el referente a los
productos naturales de los Estados, pues algunos creen que el Ejecutivo carece
de facultades para celebrar contratos sobre los productos naturales existentes
en terrenos baldíos que pertenezcan a los Estados, fundándose los que opinan
por la negativa en el artículo 14 de la Ley de Tierras Baldías que establece
que en los contratos de arrendamiento que celebre el Ejecutivo no deben
comprenderse los productos naturales reservados a los Estados por la
Constitución; pero como según esta Carta, el Ejecutivo tiene la facultad de
administrar los terrenos baldíos, minas, salinas y renta de aguardiente, no
podría hacer uso de esta atribución si quedasen excluidos los frutos naturales
que son accesorios de los terrenos baldíos. Si entre éstos y los productos
naturales se establecen diferencias y un régimen distinto para su adquisición,
es decir, los Estados propietarios y el Ejecutivo administrador, podría ocurrir
una colisión de poderes o de funciones.
A estas diferencias se opone la sana doctrina jurídica: los
productos naturales existentes en terrenos baldíos son accesorios de dichos
terrenos; y como lo accesorio sigue a lo principal, quien ejerce la
administración de los terrenos, tiene racional, lógica y legalmente que
ejercerla sobre los productos naturales.
Yo creo que este punto está virtualmente decidido por la Corte
Federal y de Casación, cuyo alto Tribunal en su fallo de 15 de diciembre de
1909, recaído en un caso análogo, y considerando: que los Estados que forman la
Unión Venezolana, al reservarse el derecho de disponer de sus productos
naturales, lo habían hecho indicando la necesidad de sujetarse a la manera
establecida: que el artículo 14 de la Ley de Tierras Baldías, al atribuir a los
Gobiernos locales la facultad de celebrar contratos sobre dichas tierras, hacía
nugatoria la atribución señalada a la Nación por la Constitución, declaró nulo
el artículo denunciado, y aunque semejante decisión fija jurisprudencia en el
punto concreto, espero que al ocuparos de la indispensable revisión de la Ley
de Tierras Baldías, tengáis presente la citada determinación dictada por la
Corte Federal y de Casación.
El Gobierno ha sufragado los gastos requeridos por la concurrencia
de Venezuela a la exposición Internacional de Turín y nombrado el Comisario
respectivo.
En el año de la cuenta se han celebrado por el Ministerio de
Fomento doce contratos de interés público, expidiéndose ocho títulos de
propiedad minera, catorce patentes de invención, ciento una marcas de fábrica y
quince marcas de comercio.
Los impuestos mineros recaudados en el mismo lapso alcanzan a la
suma de Bs. 11.799,28.
Se ha llevado a efecto la publicación del Anuario estadístico
correspondiente al año de 1908, obra de gran importancia por los preciosos
datos que contiene: la impresión importó Bs. 18.623,15 y el reparto de dicha
obra se ha hecho profusa y cuidadosamente.
Los trabajos acometidos por la Dirección General de Estadística
son de grande interés para el progreso de la República, como lo veréis en la
Memoria respectiva.
En materia de Correos os diré: que existen en actividad 280
estafetas; que la división postal en circuitos ha dado muy buenos resultados;
que el Contrato sobre servicio de correos se ha reformado en términos
convenientes y equitativos; que el servicio de la Unión Postal Universal se
hace con regularidad; que en el presente año se han cancelado las cuentas con
todos los países; que se ha pagado la contribución a la Oficina Internacional
de Berna; que la República concurrió al Congreso Postal del Uruguay; que se ha
tomado en consideración el proyecto de la Gran Bretaña sobre cambio de Bultos
Postales; que se estudia idéntico proyecto con la República de Panamá; que no
ha sido posible aceptar las modificaciones que sobre la materia propuso el
Imperio alemán por la diferencia de peso en los bultos; que ha sido
reorganizada la contabilidad del ramo de Correos; que se ha publicado la tarifa
de exportación de bulto postales, y dictándose otras medias importantes, como
lo veréis en la respectiva Memoria.
La estampilla conmemorativa del Centenario comenzó a circular el
24 de junio del año pasado. Una nueva emisión se ordenó en noviembre último.
Existen en la República 180 estaciones telegráficas que funcionan
con toda regularidad. El servicio es esmerado, inteligente y activo, de
conformidad con los reglamentos expedidos por el Ejecutivo. En el último año ha
producido el Telégrafo Bs. 207.069,10 y ocasionado un gasto de Bs.
1.718.934,20. La diferencia, apreciada numéricamente, es grande; pero está
compensada con creces si tomamos en cuenta las grandes ventajas del servicio.
Razones de alta importancia aconsejaron el aplazamiento de la
Conferencia telegráfica.
Las líneas se han extendido considerablemente, se han creado las
Oficinas que esa extensión ha requerido, se han adquirido materiales en gran
proporción, se han favorecido algunas líneas particulares y se han dictado
otras medidas de que os instruirá la Memoria del Ramo.
Tengo la convicción, y así lo he expresado antes, de que sin vías
de comunicación no pueden desarrollarse las industrias, y sin industrias no
existe la riqueza nacional. De aquí que estime la apertura, mejora y
conservación de los caminos como la más urgente de las obras públicas, a lo
cual tiende mi decreto de 24 de junio del año pasado. En virtud de ese decreto,
ocupase desde entonces el Ministerio del Ramo en el estudio de un plan que dé
el resultado apetecido. Ese plan tiene que ser científico y metodizado, y
mientras él se pone en ejecución se han abierto trabajos en algunas vías.
La atención a los caminos es tanto más urgente cuanto que nuestros
ferrocarriles necesitan de mayor abastecimiento; y es menester fomentarlos en
otras regiones, ya para la prosperidad de los industriales, como para aumentar
la carga de los mismos ferrocarriles y predisponer la rebaja de las tarifas.
Además, el invento y explotación de los automóviles pide con
urgencia la construcción del mayor número de carreteras, toda vez que estos
vehículos pueden traer grandes ventajas al tráfico.
Durante el año de la cuenta, se han invertido en obras públicas
las cantidades siguientes:
Aunque el detalle de estas obras lo encontraréis en la Memoria del
Ramo, me permito llamar vuestra atención sobre las siguientes: Carretera
Central del Táchira, que a más del servicio que prestará al movimiento
comercial de aquel Estado, constituirá una parte muy importante de la gran vía
terrestre de comunicación nacional que a través de aquel rico territorio
enlazará los puertos fluviales más próximos tributarios del Lago de Maracaibo y
del Orinoco; el edificio construido para las operaciones quirúrgicas, anexo al
Hospital Vargas; la Biblioteca Nacional; la Oficina de los Telégrafos y
Teléfonos nacionales; las Oficinas del Registro Público y Archivo Nacional; las
reformas y ornamentación del Panteón; el Instituto Anatómico; las reparaciones
de la Universidad Central; y la gran Avenida “19 de Diciembre”, que constituye
la obra de más preciado ornato que hoy embellece a la Capital, precursora de su
progresivo ensanche, y el más hermoso paseo de que hoy disfrutan sus habitantes.
Encontraréis entre lo gastado por obras públicas alguna cantidad
aplicada a templos católicos; y aunque por nuestras instituciones no existe
ningún culto público porque todos ellos están garantizados en su libertad,
ejerce el Ejecutivo por esas mismas instituciones el derecho de Patronato
eclesiástico y paga en gran parte el presupuesto de las Dignidades de la
Iglesia. Además, ayudando las fábricas y ornamentación de los templos creo
satisfacer los deseos de casi la totalidad de los venezolanos, que es católica,
y especialmente las imposiciones de mi conciencia como convencido creyente; y
si no bastasen a este respecto mis convicciones para autorizar estas
erogaciones, os diré, valiéndome de las sabias expresiones de nuestro excelso
Libertador; que la humanidad se rige por dos frenos, el de las leyes y el de la
conciencia; que el primero está en poder de los Gobiernos, y el segundo en
poder de las Religiones; y que cuando un Gobierno cuenta con ambas potestades,
es indudablemente el más fuerte y el más útil a la sociedad.
Habiendo introducido la Compañía de Transporte de Encontrados un
reclamo por los perjuicios que le había ocasionado una injusta y violenta
resolución de la pasada dictadura, fue celebrado con el representante de dicha
Compañía un arreglo por el cual se le pagan, en plazos determinados, Bs.
313.500, cediendo en cambio la Compañía al Gobierno el edificio que había
construido para el servicio de la Aduana.
Se ha rescindido el contrato celebrado con el señor E. Stanley
Simons sobre arrendamiento de la mina de asfalto “Inciarte” y de su
ferrocarril, entregándose al contratista Bs. 64.000 como indemnización de los
trabajos hechos en la reparación de edificios.
Durante las próximas festividades del Centenario de la
Independencia se inaugurarán varias obras y monumentos, de los cuales os
informará la Memoria del Ramo.
Al Congreso de estudiantes celebrado en Bogotá el año pasado con
motivo de las fiestas centenarias, asistió una competente representación de
Venezuela; y debo deciros que el Gobierno de la República de Colombia tuvo especial
esmero en las atenciones que prodigó a los miembros del Congreso. De las
deliberaciones de éste surgió el pensamiento de realizar en Caracas la segunda
reunión, para la cual se ha fijado el 24 de julio próximo.
También se reunirá en los días de las fiestas centenarias el
primer Congreso Venezolano de Medicina; y esto dará ocasión a evidenciar el
adelanto de los estudios médicos en Venezuela. Para la reunión de este Congreso
dictó el Ministerio del Ramo el Reglamento respectivo.
Algunas reformas útiles se han hecho en la Universidad Central,
tanto en sus asignaturas como en su edificio, por tanto tiempo descuidado. Los
estudios de Física, Química, Historia Natural y Bacteriología tendrán Gabinetes
y Laboratorios adecuados. La Anatomía tendrá un Instituto que corresponda a las
exigencias del ramo. El 25 de junio próximo se inaugurará el Instituto
Anatómico, en conmemoración de la fecha en que el Libertador fundó la Facultad
de Ciencias Médicas en 1827.
A los Gabinetes decretados por vosotros el año pasado, ha
dispuesto el Ejecutivo agregar 4 de Física, 4 de Química y 4 juegos de láminas
y mapas para el estudio de Historia Natural en los Colegios Federales que
oportunamente se designen. Se han mandado a erogar las cantidades que importan
estos Gabinetes, y a fin de que su adquisición en Europa se hiciese concienzuda
e inteligentemente, se comisionó al efecto al ciudadano Vice-Rector de la
Universidad Central.
El 30 de septiembre se crearon dos Inspectorías Generales de
Instrucción Pública, dividiéndose la República en dos circunscripciones.
Con el fin de armonizar los estudios para el Bachillerato
prescritos por el Código de Instrucción Pública, se dictó una resolución, y
también otra referente al modo de obtener el grado de Maestro.
La señorita Antolina González, persona inteligente y de
competencia, ha sido enviada a los Estados Unidos de Norte América a estudiar
la carrera de Modista artística, para luego venir a Caracas a fundar un
Instituto de esta índole. La mujer venezolana necesita abrirle esos horizontes
de trabajo honesto, y creo que convendría que en las principales ciudades de la
República es estableciesen institutos de artes, costuras, fabricación de
flores, bordados, etc., donde las señoritas que lo deseen y necesiten,
adquieran conocimientos que les proporcionen utilidades apreciables con que
atender a las necesidades de la vida.
Ha entrado ya la mujer venezolana a estudiar Ciencias en nuestra
Universidad Central, habiéndole tocado a la señorita Virginia Pereira Álvarez
iniciar el luminoso derrotero.
Para las festividades del Centenario poseerá la Nación un gran
lienzo pintado por nuestro laureado artista Tito Salas. Ese lienzo de grandes
dimensiones será un tríptico que simbolizará la Apoteosis del Libertador.
Para el 31 de diciembre último existían en la República 1.627
planteles de Instrucción primaria, de los cuales eran de la Nación 1.029; de
los Estados 214; Municipales 241 y privados 143. Se encontraban inscritos en
estas Escuelas 51.647 alumnos, con una asistencia media de 37.164.
La Renta de la Instrucción Pública ofrece un cuadro por demás
lisonjero, pues sus ingresos cubren holgadamente el presupuesto del servicio.
Por medio de la Gobernación del Distrito Federal, se han atendido,
mejorado y construido muchas obras de utilidad y de ornato para la capital de
la República, tales como calles, cloacas, jardines, plazas, paseos y
monumentos; trabajos éstos siempre necesarios e indispensables en la época
presente en que Caracas va a ser con motivo de las fiestas centenarias,
visitada por nuestros compatriotas de los Estados y por un respetable número de
extranjeros.
Os he hecho la sinopsis de la República, tal como la veo
desapasionadamente. Cumpliendo mis promesas y tratando de corresponder a
vuestra confianza, he procurado llenar mis deberes públicos, con toda
cabalidad, sin pasiones de ninguna clase y también sin preocupaciones.
Si alguna deficiencia encontráis en mi labor, atribuidla a mis
escasas aptitudes y de ninguna manera a dañadas intenciones, porque si la
Providencia no me ha dotado de las excelsitudes del genio, en cambio me ha
concedido un juicio recto, un corazón abierto a la generosidad y una conciencia
que rechaza por instinto las seducciones del vicio.
Que mi obra, de que os doy cuenta, merezca vuestra aprobación y
que vuestras labores sean tan fecundas para el bien de la República, como es
eminente vuestro patriotismo, tales son mis más ardientes deseos.
Ciudadanos Senadores. Ciudadanos Diputados:
J. V. GÓMEZ.
Caracas, 19 de abril de 1911.
(Extraído del Libro “Mensajes Presidenciales”, Tomo IV, 1910-1939,
Presidencia de la República, Caracas, 1971, Págs. 35-56).
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