domingo, 8 de marzo de 2015

MENSAJE DEL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ 1911


MENSAJE DEL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ
PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA
PRESENTA AL CONGRESO NACIONAL EN 1911.

Ciudadanos Senadores. Ciudadanos Diputados:

Os presento mis patrióticas congratulaciones por vuestra instalación constitucional. Siempre es satisfactorio para el país la reunión del Cuerpo Legislativo, puesto que él es el llamado a corregir las deficiencias de las leyes, a dictar medidas de utilidad general y a elaborar, en unión con los demás Poderes, por la grandeza y felicidad de la Patria.

Además, vuestra reunión en sesiones ordinarias es reveladora de que impera la normalidad en todos los ramos de la Administración pública; y si a la regularidad administrativa se agrega la calma política que existe en los círculos y en las individualidades, cúmpleme deciros que Venezuela atraviesa felizmente una situación de paz y de armonía que el Gobierno Nacional procura aprovechar en beneficio de la comunidad.

Cuando el 19 de diciembre de 1908 proclamé el imperio de la legalidad y tracé el programa político al cual he venido adscrito con absoluta perseverancia, no procedí solicitando para mí el aura popular, sino escuchando los clamores públicos que desde tiempo atrás se dirigían contra la estrecha política banderiza, infecunda y odiadora, que con dolorosa frecuencia venía lanzando a los venezolanos a la encendida arena de las guerras civiles. Habíame tocado por designio providencial, en 1903, poner con mi espada término a la última terrible lucha. No esperé jamás alcanzar tan alto favor en mi carrera de soldado; y más que a mis escasas aptitudes, más que a mi decidida voluntad en el cumplimiento de mis deberes, lo atribuí a la fortuna, que en ocasiones se fija en los seres más modestos para galardonados.

Más después, cuando en 1908 se condensó la opinión pública clamando por el régimen legal y rodeó entusiasmada la Administración que se acababa de inaugurar, comprendí que mi esfuerzo bélico de cinco años atrás, necesitaba un complemento precioso, quizá más difícil que el primero, porque si para éste me bastaron la actividad, la disciplina y el honor, para alcanzar ese complemento necesitaba pedir a la abnegación sus impulsiones, a la filosofía sus luces, al patriotismo sus instintos y a la ecuanimidad su firmeza.

Pensé entonces que la victoria alcanzada con las armas debía, para ser fecunda en beneficios, consolidarse con la tranquilidad de los espíritus, con la tolerancia para todas las opiniones, con la utilización de todas las aptitudes y con el implantamiento de un Gobierno que fuera a un tiempo mismo fuerza y derecho, amparo y justicia.

Para esto tenía que desprenderse de todo lo que me era individual, a fin de exhibirme ante la República traduciendo lealmente sus anhelos.

A los rencores políticos había que reemplazarlos con la tolerancia, a la estrechez de miras con la expansión patriótica, a la crueldad autoritaria con la magnanimidad cristiana; y al expresar tales propósitos en solemne y público documento, no trazaba un programa de duración efímera, como esos que antes escribieran Caudillos ambiciosos o revoluciones equívocas y suspicaces, sino que consignaba austeramente el fruto de mis profundas convicciones en obsequio de la amada patria.

La época era excepcional. Venezuela acababa de pasar por una Dictadura de diez años que amilanó los espíritus, aumentó los odios políticos, aniquiló la riqueza pública, degradó la soberanía nacional y elevó a triste trono el menguado personalismo. Como la época, era también excepcional mi situación; y de aquí la inspiración del programa de diciembre, la firmeza con que he mantenido en alto y la inquebrantable resolución que abrigo de sostenerlo hasta el último día de mi Administración.

Creedlo, ciudadanos Senadores y Diputados, mi más íntimo anhelo es la felicidad de la patria y el bien de todos mis compatriotas; y cuando en cumplimiento de grandes e ineludibles deberes me veo forzado a tomar alguna medida represiva, porque no todos los hombres son atentos a la voz de la prudencia y a los consejos del patriotismo, lo hago desgarrando mi propio corazón, que siempre está abierto para todo sentimiento noble.

Para llevar hasta el fin el programa político de que os he hablado, yo pido a vosotros, a los demás poderes públicos, a mis compatriotas todos la más absoluta colaboración. La experiencia nos ha demostrado que la intransigencia política, acalorada por las pasiones sectarias, ha sido la causa eficiente de nuestras insensatas luchas. Nos ha demostrado también: que las caprichosas agitaciones de los círculos interrumpen la administración y a veces paralizan el progreso, porque cuando los hombres se empeñan en ver la política al través del prisma de la posesión de los empleos públicos, ponen a un lado el interés nacional para satisfacer únicamente las aspiraciones del egoísta individualismo.

La democracia para ser fecunda en beneficios, debe ser respetuosa a todo derecho. Un orden constituido legítimamente, no debe estar expuesto a cambios arbitrarios; y cuando del seno de las urnas electorales ha surgido un sistema administrativo, es deber de todos los partidos apoyarlo y sostenerlo mientras subsista por ministerio de la ley. Estas ideas las he esparcido por medio de documentos públicos, por mi correspondencia epistolar y por mis conversaciones con los hombres de la política; y siento la más viva complacencia en deciros: que por todas partes germina y da frutos la semilla del bien; que las pasiones, antes irreconciliables, se someten a las imposiciones de la razón; que la tolerancia republicana se abre paso y acerca y estrecha a los hombres; que en los Estados y en la Nación se atiende más que a otra cosa, a la administración y al progreso; y que ha entrado ya en la conciencia de los ciudadanos el íntimo convencimiento de que debemos aprovechar el actual extraordinario período constitucional para poner las bases del perpetuo reinado de la paz y del incesante desarrollo de las riquezas con que la sabia y providente naturaleza ha dotado a Venezuela.

En este propósito podéis contar con mi consagración más absoluta, porque creo que no hay sacrificio, por grande que él sea, que no debamos ofrendar en aras de la felicidad de la República, que es nuestra propia felicidad.

Paso a daros cuenta, en cumplimiento del deber que me impone el artículo 83 de la Constitución, de los actos administrativos y políticos de la Administración que presido desde el 3 de junio del año pasado, en virtud del nombramiento con que me honrasteis y por el cual os reitero mi más rendido agradecimiento; dejando a cargo de los ciudadanos Ministros del Despacho Ejecutivo, que os presenten en sus respectivas Memorias los pormenores de la Administración nacional.

Por decreto de 29 de junio último, derogué el de 3 de junio de 1903 que creaba el cargo de Fiscal de la Nación, porque existiendo, por creación constitucional, el Procurador de la Nación, debían en este empleado refundirse las atribuciones de aquél.

Tengo que anunciaros la sensible defunción del ciudadano General Amábile Solagnie, Presidente Constitucional del Estado Falcón, acaecida en esta capital el 27 de octubre pasado. Las raras cualidades de que se hallaba dotado el General extinto, sus méritos individuales, la discreción y el patriotismo con que se desenvolvía en la escena pública, dieron a su muerte carácter de duelo público, y así lo declaré por decreto oficial. Tratándose de servidores como el General Solagnie, nunca será exagerada la expresión de la gratitud nacional.

También tengo la pena de anunciaros el fallecimiento del ciudadano General Diego Bautista Ferrer, antiguo y benemérito servidor de la República. Esta sensible defunción fue declarada con justicia motivo de duelo público; y como quiera que el General Ferrer desempeñaba el cargo de Consejero de Gobierno Suplente por la cuarta Agrupación, debéis elegir la persona que haya de reemplazarlo.

He ordenado una edición del Himno Nacional y declarándola texto oficial. He creado, por decreto de 3 de enero último, las Comisarías nacionales de “Amacuro” y “El Dorado” por juzgarlas indispensables y altamente convenientes al mantenimiento de nuestro derecho territorial en la región de la Guayana. Esas Comisarías se encuentran ya en actividad con un presupuesto bastante a cubrir sus necesidades, con un personal competente y con una reglamentación adecuada al importante objeto.

Recientemente se presentaron en el país agentes extranjeros promoviendo enganches de jornaleros y trabajadores que debían prestar sus servicios en obras fuera del país; y como es deber de los Gobiernos velar por la suerte de los ciudadanos, expedí el 28 de enero una resolución estableciendo los requisitos que debían llenarse a fin de que los enganchados no fueran a sufrir perjuicios, y luego se vieran expuestos al abandono lejos de la patria.

El importante trabajo del Mapa físico y político de Venezuela ha continuado con actividad e inteligencia por parte de los Ingenieros respectivos, y ya se ha comenzado su impresión y grabado.

Los ciudadanos Presbíteros Doctores Aguedo F. Alvarado y Arturo Celestino Álvarez, a quienes en vuestras sesiones del año pasado y a mi propuesta, elegisteis Obispos, respectivamente, de las Diócesis de Barquisimeto y Zulia, prestaron oportunamente el juramento de ley, y después de recibir la institución canónica, entraron en posesión de sus Dignidades, y en ellas ejercen cumplidamente su Apostolado.

La presteza con que la Santa Sede contribuyó a la provisión y actividad de estas Diócesis, revela la armonía que reina entre los poderes civil y eclesiástico. Otras dignidades inferiores se han provisto en algunas catedrales, de conformidad con la ley de Patronato vigente, y de ello os informaréis por la Memoria de Relaciones Interiores que os presentará el Ministro del Ramo. Como complemento de actividad de las referidas Diócesis os diré que ambas han sido dotadas con un presupuesto anual de Bs. 9.600.

En atención a la necesidad que de algún descanso tienen los empleados públicos, he declarado en vigor las vacaciones oficiales a partir del 15 de agosto al 15 de setiembre de cada año.

Las empresas de navegación del lago de Maracaibo y la fluvial y costanera de Venezuela en el Orinoco y sus afluentes, se encuentran hoy refundidas en virtud de un contrato que celebraron de mutuo acuerdo. La empresa así refundida presta cada día el mayor desarrollo a la comunicación fluvial y marítima.

En el contrato sobre la navegación de Barlovento se han hecho algunas modificaciones de acuerdo con el contratista.

En el año trascurrido después de vuestra última reunión constitucional, se han presentado en la capital, en épocas distintas, algunos casos esporádicos de peste bubónica; pero la autoridad pública ha tomado oportunamente activas y eficaces medidas, y la terrible enfermedad no ha llegado a asumir los caracteres de epidemia. El Gobierno, prestando la debida atención a la Higiene pública, ha dictado el Reglamento de sanidad y cuarentena adoptado por la Convención de los Gobiernos de las Colonias Británicas del Mar Caribe; ha organizado convenientemente el servicio de la sanidad en el Distrito Federal; se ocupa de extenderlo a todos los puertos de la República; y con anuencia patriótica de la Cámara de Comercio, ha establecido un impuesto adicional sobre los rendimientos aduaneros, cuyos fondos administra una respetable Junta de industriales.

En materia de pensiones civiles y militares tengo que deciros que existiendo un notable desequilibrio entre la cantidad presupuesta y la reconocida por la Junta respectiva, he dejado a vuestra prudencia solucionar el asunto.

De conformidad con lo dispuesto en la atribución 7 del artículo 80 de la Constitución, el Presidente de la República puede separarse del ejercicio del Ejecutivo cuando lo exija un asunto de interés público; y también puede separarse por algún tiempo del cargo, para lo cual llamará al que deba reemplazarlo. Compréndese que por la letra y espíritu de la Constitución, se trata de dos casos, el uno cuando la separación sea por asunto de interés público, y el otro cuando esa separación, cualquiera que sea la causa, dure algún tiempo, que dicha Constitución no determina; y como mi mayor deseo, y al mismo tiempo la imposición de mi deber es someterme estrictamente a las prescripciones legales, espero y os pido que dictéis una ley reglamentaria para el uso de la citada atribución.

Dentro de breves días nos encontraremos celebrando el primer Centenario de nuestra independencia, y para que las patrióticas fiestas revistan la mayor solemnidad, estaréis en ellas presentes, y así se exhibirá plenamente constituida la República por medio de la actividad de sus Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Vamos, pues, a conmemorar la fecha magna, y unidos los representantes de esos Poderes al pueblo venezolano, llevaremos al altar de la patria nuestras gratitudes, nuestras oblaciones y nuestros votos por los beneficios que hemos recibido de aquella generación de patricios, por el progreso de nuestra República y por los propósitos que abrigamos por su creciente bienestar.

El acontecimiento no puede ser más grandioso; y felices debemos llamamos cuando nos ha tocado la envidiable suerte de consagrarlo secularmente. Como preciada herencia nos quedan de los hombres eminentes de 1811, la soberanía y la independencia, la libertad y el derecho; y al demostrar nuestra gratitud por tan inmenso galardón, debemos en las fiestas centenarias hacer el solemne juramento de vivir para siempre en paz, de cumplir en todo tiempo los grandes deberes del ciudadano y de llevar nuestra patria por etapas gloriosas a un porvenir brillante como el sol de nuestra zona, y espléndido como las inmensas riquezas de nuestro territorio.

Para la grandiosidad de la fiesta están en actividad todos los Departamentos del Ejecutivo Nacional, agitándose cada uno en su esfera, a fin de corresponder dignamente a la sublimidad del objeto, y atender a las representaciones que del interior de la República y de las naciones amigas, vengan a honrarle con su asistencia.

Tengo el placer de anunciaros que la República se conserva en completa armonía con las naciones amigas; y aunque se encuentra pendiente la reanudación de relaciones con la República francesa y con el Gobierno de los Países Bajos, ello no ha dependido absolutamente de Venezuela, ni de su Gobierno.

Cuando a fines de 1908 se inició el período que presido, prometí al Excelentísimo Barón de Seokendorff, entonces digno representante del Imperio alemán y espontáneo mediador entre Venezuela y aquellos países, que mi Gobierno atendería en justicia y equidad los asuntos pendientes, en cambio de volver a la armonía que había desgraciadamente turbado mi antecesor, poniéndose al efecto bases que fueron estrictamente cumplidas por mi Gobierno; y cuando se esperaba con anhelo el reanudamiento de relaciones, surgieron inesperadamente nuevas exigencias por parte de Francia y de los Países Bajos.

La primera de estas naciones aspiró a que por medio de una Comisión mixta se resolviesen ciertas nuevas reclamaciones a que se creían con derecho algunos ciudadanos franceses; firmóse con tal fin un protocolo ad referéndum entre el Ministro francés y nuestro representante en algunos puntos de Europa; pero como las tales reclamaciones carecían de antecedentes y existía en vigor la Convención celebrada entre Francia y Venezuela en 1885, no pude asentir a lo estatuido en el citado protocolo. De conformidad con nuestras leyes y con los términos de la referida Convención, cualquier reclamación de ciudadanos franceses tiene que ventilarse por la vía ordinaria de los Tribunales, y sólo en el caso de denegación de justicia o de injusticia notoria, es que procede la acción diplomática. En cumplimiento, pues, de esos pactos es que no he aceptado la Comisión mixta; y a la hora en que el Gobierno francés quiera bajo esas condiciones restablecer su trato con Venezuela, dispuesto estoy, no sólo a suscribirlo, sino a celebrarlo, pues comprendo las grandes afinidades etnológicas y mercantiles que existen entre Venezuela y Francia y las notables utilidades que reportarían recíprocamente ambas naciones.

Entre los Países Bajos y Venezuela no existen dificultades verdaderamente apreciables. Sobre las bases tratadas privadamente con el Barón de Seokendorff, todo quedaba arreglado y allanado justa y equitativamente; pero luego surgió un inconveniente, que no es diplomático, porque el Gobierno de La Haya ha tomado a empeño en hacer depender el restablecimiento de las relaciones de la solución favorable de una reclamación que el súbdito neerlandés señor Thielen, cree tener contra Venezuela por los perjuicios que causaron en sus propiedades mercantiles unos cuantos individuos que se amotinaron en esta capital el 13 de diciembre de 1908. Cualquiera que sea la reclamación del señor Thielen está fuera de la ley, porque según nuestras instituciones, el Gobierno no es responsable ni está obligado a pagar perjuicios ocasionados por revolucionarios o amotinados. Así lo ha establecido la República en su legislación desde el propio origen de su nacimiento. Además, en el caso concreto del señor Thielen, las autoridades ocurrieron presurosas a evitar o detener la agresión, y así pudieron lograrlo en gran parte. Yo espero que el Gobierno de La Haya, tan prudente en sus procederes, no persista en hacer depender el restablecimiento del trato que tanto anhela Venezuela, de la solución de un asunto meramente individual e injusto por su propia naturaleza. Tratándose de los grandes intereses de dos naciones amigas, debe apartarse todo rozamiento que provenga de aspiraciones individuales notoriamente injustas. En todo caso queda expedita al señor Thielen su acción para deducirla ante los Tribunales.

Continúan tratándose entre el Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Colombia y nuestro Plenipotenciario, las cuestiones que desde hace más de ochenta años viven pendientes entre ambos países sobre límites, navegación y comercio. Siempre he tenido la creencia de que ninguna como la época actual es la aparente para llegar a un arreglo equitativo, porque conmemorándose en estos días el génesis de nuestra independencia, que involucra para colombianos y venezolanos, comunidad de sacrificios y de glorias, es natural esperar que ambas Repúblicas penetren con espíritu levantado en la serena atmósfera de la expansión para hacer gala de desprendimiento y equidad. Sobre la base del Laudo Arbitral pronunciado en el litigio por Su Majestad Católica, caben las cesiones y compensaciones territoriales. Prolongar por más tiempo semejante estado de cosas sería legar un serio conflicto a las generaciones del porvenir, y ya que la Providencia quiso que de una misma cuna surgieran a la vida independiente Venezuela y Colombia, procuremos por todos los medios que entre ellas reine a perpetuidad la armonía de los intereses. Por mi parte declaro: que aspiro a tener la gloria de suscribir el definitivo arreglo, como el acto más anhelado, más feliz y más solemne de mi vida pública.

No se ha terminado el tratado de Comercio pendiente con la República de Cuba. Al proyecto primitivo se le han hecho modificaciones por ambas partes, y ojalá que conciliados los intereses recíprocos se llegue a una favorable solución. El tratado de extradición fue convenido, ha sido ya aprobado por el Congreso cubano y espero que también merezca vuestra aprobación.

La República del Ecuador, también nuestra hermana en sacrificios y en glorias, ha acreditado entre nosotros un culto y dignísimo representante, el Excelentísimo señor General Julio Andrade, al cual he tenido el placer de recibir oficialmente.

La liquidación que Venezuela tiene pendiente con España por hechos realizados en la guerra de independencia está aún sin solución, no obstante que nuestra República viene cumpliendo con toda cabalidad sus compromisos con aquella nación amiga. El hecho de que Venezuela no haya aprovechado la oportunidad de las Comisiones mixtas que se reunieron en Caracas en virtud de los protocolos de Washington, puede argüir a lo más incuria en los magistrados de entonces, pero de ninguna manera autoriza un diferimiento indefinido. Los acreedores particulares instan a mi Gobierno a intervenir en tan grave asunto, y es natural se restablezcan pronto las gestiones sobre el particular y que España las acoja con espíritu de justicia.

A pesar de nuestras cordiales y cada día más estrechas relaciones con los Estados Unidos de Norte América, no se puede acceder a la insinuación que hiciera su Gobierno de establecer un Agente consular en Guanoco. Nuestras leyes son terminantes en esto y no permiten tales empleados en puertos no habilitados. Así se le demostró al representante de aquella nación amiga, quien no vaciló en reconocer lo evidente de la razón.

Si no hubiese existido tal prohibición, muy placentero me habría sido acceder a la solicitud, porque experimento por la gran nación norteamericana las más vivas simpatías. Colocada ella a la cabeza del Continente y llevando en él la hegemonía comercial y política, jamás ha producido conflictos a nuestra República, ni hecho alarde de su omnipotencia para imponemos la arbitrariedad y la injusticia. Antes por el contrario, se ha interpuesto, a veces, entre la fuerza extraña y nuestra debilidad material, para abogar por nuestros fueros. No le debemos un solo agravio y sí algunas demostraciones de simpatía. Comprendo que la gran nación aspira a extender el ya amplio puesto que sus productos tienen en nuestros mercados, y juzgo natural semejante aspiración; pero mi patriotismo, lo digo con toda ingenuidad, no abriga el más ligero temor por la fuerza de aquel país, porque veo que sus procedimientos están fundados en la serenidad de sus principios, que la exhiben como la Democracia más acabada y menos imperfecta que haya tenido la humanidad.

De aquí que al inaugurar mi Administración en 1908, procuré el arreglo de las cuestiones diplomáticas que mi predecesor había dificultado y agriado; y después de prolongadas y laboriosas conferencias entre nuestra Cancillería y el representante especial de los Estados Unidos, se ajustó un arreglo decoroso para ambos países, en armonía con las prescripciones del Derecho de Gentes. Todas las reclamaciones se terminaron por transacción, menos la de la “Orinoco Steamship Company”, que fue sometida a la decisión del Tribunal de La Haya, quien declaró nula la sentencia del Superárbitro Barge y condenó a Venezuela al pago de 46.867 dollars 42 centavos, cantidad que ya ha pagado mi Gobierno, a pesar de no encontrar el fallo dictado en justicia.

Un nuevo Ministro acaban de acreditar los Estados Unidos en Venezuela, el señor John Work Garrett, el cual ha sido recibido oficialmente.

Nuestras relaciones con el Gobierno de Su Majestad Británica se conservan en muy buena armonía, y últimamente ha llegado a Caracas y ha sido recibido oficialmente un nuevo Ministro diplomático, el señor Frederic D. Harford.

Sólo tenemos con el Gobierno Británico la instancia que desde hace algún tiempo, y especialmente desde la instalación de mi Gobierno, viene haciendo por la abolición del 30% adicional que grava las procedencias de las Antillas. Este impuesto existe en Venezuela desde hace treinta años: forma parte de su legislación fiscal; ha creado intereses de cierto orden que, por referirse a las industrias nacionales, deben ser vistos con especial atención; y si bien es cierto que las franquicias comerciales y la igualdad de las tarifas constituyen una aspiración universal, tenemos que llegar a ese fin tomando previamente medidas previsivas que prevengan un desequilibrio fiscal. A pesar de las dificultades políticas y administrativas que he tenido que vencer, provenientes de los desaciertos del largo período de la Dictadura pasada, he prestado mi atención a las insinuaciones de la Gran Bretaña y ojalá llegue el momento de que sus intereses a este respecto y los nuestros puedan ser satisfactoriamente armonizados. Mientras tanto, el tiempo de la demora no debe ser justificado motivo de contrariedad para una nación, nuestra antigua amiga, que sabe inclinarse ante el imperio de la razón y de la justicia.

Una excitación me fue dirigida por el señor Presidente de la República del Ecuador para que promoviese, como Presidente de Venezuela, una Confederación de las Repúblicas que formaron la antigua Colombia, para lo cual se reunirían sus representantes en Caracas en las próximas fiestas del Centenario. Acogí con entusiasmo la patriótica idea, ampliándola, por lo pronto, a fin de que alcanzase a todas las Repúblicas que deben su existencia al genio fecundo y al esfuerzo heroico de Bolívar, y luego a las demás del Continente. Estudiado el importante asunto por el Ministerio de Relaciones Exteriores, y formulado el proyecto respectivo, fue aprobado por el Gobierno y luego aceptado en principio por los representantes de Colombia, Ecuador y Perú existentes en Caracas. Después acredité los Enviados Extraordinarios y Ministros Plenipotenciarios que debían llevar el proyecto a las Repúblicas, y experimento satisfacción al anunciaras que el pensamiento de la reunión del Congreso Boliviano ha sido aceptado por las Repúblicas, quienes además, han otorgado a los Enviados de Venezuela muy señaladas atenciones.

Yo espero que de esta reunión de los Representantes de las cinco Repúblicas, surjan resoluciones muy útiles a los intereses de ellas, y que al recuerdo del común origen, y por sus estrechos vínculos históricos, arreglen las condiciones de su porvenir, asegurándolo bajo las bases de la fraternal armonía y de la más amplia equidad.

Me complazco en anunciaros el perfecto y satisfactorio estado de nuestras finanzas, para lo cual ha bastado una persistente labor de economías y de severa administración. De floreciente, no vacilo en calificar la situación fiscal de la República. Se ha pagado con exactitud el presupuesto del servicio público en sus diferentes ramos; se ha cubierto los compromisos del Crédito Público interior y exterior; se han invertido grandes cantidades por el ramo de Obras Públicas; se han hecho algunas erogaciones por imprevistos para satisfacer exigencias ineludibles; se atiende a los crecidos gastos que demanda la próxima celebración del Centenario de la Independencia; y como complemento de tanto esfuerzo de laboriosidad y de honradez fiscal, debo deciros que la cuenta que lleva el Gobierno con el Banco de Venezuela, y que para el 1 de julio de 1910 arrojaba un saldo adverso de Bs. 2.694.813,64, más lo pagado por gastos del Centenario montante a Bs. 4.000.000, para el 15 del presente mes, estaba cancelada.

Esta regularidad y método con que se ha llevado la Hacienda Pública, no sólo nos ha permitido llegar a tan plausible desahogo, sino que ha levantado en el interior y el exterior el crédito de la nación y los valores públicos han alcanzado elevados precios, casi duplicado en el espacio de la Administración actual.

Durante el año económico de 1909 a 1910 se pagó por servicio de las Deudas y otras reclamaciones reconocidas, la cantidad de Bs. 12.704.782,63, y de junio de 1910 hasta el 15 de este mes, Bs. 10.144.676,07, en la siguiente forma:



Para el 31 de marzo de 1910 debía la República 187.761.285,86 bolívares, así:



En mi anterior Mensaje del año pasado os hice presente la necesidad de fijar una cantidad para la amortización de la Deuda por Convenios Diplomáticos, emitida en los años de 1903 y 1904 y la emitida en 1905 en virtud de la sentencia del Superárbitro Plumbley. A estas deudas sólo se paga un interés anual de 3%, de modo que su capital permanece íntegro. Espero que en las presentes sesiones corrijáis esta inconveniencia, e igualmente insisto en que dictéis alguna disposición acordando un plazo para la cancelación, por caducidad, de varios remanentes de Deudas no presentadas a conversión que montan Bs. 144.000,97 y que seguramente se han extraviado o destruido.

En virtud de los Protocolos de Washington, se creó una Deuda de Bs. 38.385.411,94. Este fue el sacrificio material que costaron a la República los alardes de mentida independencia de mi antecesor; pero hubo un sacrificio todavía mayor, el de la dignidad nacional, que quedó postrada en el hecho mismo de esos Protocolos y en su tristísimo texto.

Encontré esa Deuda enorme, la acepté como fatal herencia, y como la solidaridad de los Gobiernos es para mí un principio de moralidad pública, he cumplido el ominoso compromiso y sólo se adeuda hasta la fecha la suma de Bs. 8.066.078, que espero dejar saldada antes de concluir mi período constitucional.

Las reclamaciones “Crichfield” y “Manoa” también originarias de la época de la Dictadura, quedaron reducidas en diciembre del año pasado, la primera a Bs. 1.852.500, y la segunda a Bs. 1.501.500.

Por resolución ejecutiva de 16 de julio de 1910 se ordenó la conversión de la primera edición de la Deuda Nacional Consolidada del 3% anual, por la segunda edición, con cupones de intereses del número 61 al número 120, habiéndose agotado los anteriores. Hasta el 31 de marzo de 1911 se ha convertido la cantidad de Bs. 57.745.683,57.

Existe alguna Deuda flotante, originada de órdenes y reconocimientos hechos por gobiernos anteriores. No puedo apreciar su montonamiento, pero debo deciros que son frecuentes las gestiones que hacen los tenedores reclamando el pago, gestiones que a veces embarazan el Departamento de Hacienda. Quizá sería lo mejor que dictasteis alguna medida por la cual se sometiese a la Junta de Crédito Público, presidida por el Ministro de Hacienda, el examen y liquidación de esos reclamos para ser pagados con deuda pública. De esa manera se regularizaría el servicio y no estaría el crédito del Gobierno expuesto a interpretaciones.

Autorizado el Ejecutivo Nacional por vuestro decreto de 20 de junio de 1910, y atendiendo a las necesidades de la circulación, a la vez que al propósito de proporcionar a la Hacienda un arbitrio para hacer frente a los crecidos gastos de la celebración del Centenario de la Independencia, ordenóse la acuñación de monedas de oro y plata, de acuerdo con la ley de la materia. Los detalles de esta operación los encontraréis en la Memoria respectiva. Con garantía del producto líquido de dicha acuñación y por contrato de 13 de junio del pasado año, abrió el Banco de Venezuela un crédito especial al Gobierno, crédito que se denominó del Centenario y que se ha destinado en gran parte a las obras públicas, a las de fomento y a las de instrucción pública.

Se ha prestado muy especial atención al servicio de Aduanas, Resguardos y Caletas, buscándose siempre personas competentes y honradas para el desempeño de estos empleos.

El contrabando ha sido objeto de constante vigilancia y se han logrado resultados positivos. Destinado a este servicio se ha construido en el Astillero de Puerto Cabello el vapor guardacostas “29 de Enero”, que ya está funcionando y servirá de modelo para otras construcciones.

Por la diversidad de Resoluciones fiscales, de distintas épocas y diseminadas en muchas publicaciones, dispuse una nueva edición del Arancel, que refundiera las disposiciones vigentes y evitase las dudas y erróneas interpretaciones. De esa manera los gremios industriales tienen una pauta segura a qué ajustar sus procedimientos, y el Gobierno se encuentra libre de reclamos y peticiones.

Los empleados fiscales, en general, cumplen eficaz y honradamente sus deberes.

Al referirme al Departamento de Guerra y Marina, tengo la patriótica satisfacción de deciros: que en el año de vuestro receso las armas han permanecido en silencio y que sólo se escucha por todo el ámbito de la República el dulce ruido del trabajo, fruto de la bendecida paz.

Empero, el ejército se mantiene activo y atendido en todas sus necesidades. Las guarniciones son periódicamente revisadas, y así el Ministerio del Ramo, como el Inspector General, son acuciosos y diligentes para mantener el servicio en condiciones de regularidad.

El 5 de julio del año pasado se inauguró la Academia Militar creada por decreto de 20 de junio anterior. Este instituto por su organización, y por la atención que se le presta, está dando satisfactorios resultados y está llamado a elevar el servicio militar a un tecnicismo hasta ahora desconocido. Los jóvenes que en él se instruyen dan cada día muy apreciables muestras de inteligencia y de espíritu patriótico.

Apercibido de que en los distintos cuerpos que hacían el servicio militar existían individuos que contaban algunos años en los cuarteles, acordé su reemplazo, porque no es equitativo ni justo exigir a un ciudadano mayores obligaciones que las que le imponen las leyes. En consecuencia, muchos de esos ciudadanos se han restituido a sus hogares y los pocos que aún quedan en servicio serán en breve reemplazados.

He prestado particular atención a la sanidad militar, y al efecto el Hospital que existe en esta ciudad tiene una buena dotación personal e instrumental.

Como la Táctica de infantería vigente adolece de notables deficiencias, he acordado su revisión y confiándola a una comisión técnica.

Los parques de la República cuentan con una gran existencia de armas y de material de guerra, en previsión de toda eventualidad.

Las Bandas Marciales del Distrito y varias otras han sido dotadas de muy buenos instrumentos.

Han recibido reparaciones de importancia en Caracas los edificios del Hospital Militar, la Academia Militar, Guardia de Miraflores, el Cuño, Cuartel del Mamey, Cuartel San Carlos y Cuartel del Hoyo; en La Guaira las fortalezas de la Vigía y San Carlos; el Cuartel de Maracay; en Puerto Cabello el Castillo Libertador y el "Fortín Solano"; en Maracaibo el Cuartel de la ciudad y la fortaleza de San Carlos; en Calabozo, el Cuartel de la ciudad, así como el de San Cristóbal y los fuertes de Campo-Elías y Villapol, en Guayana.

Sobre el Departamento de Marina, os diré: que está en actividad la Escuela Náutica creada por decreto de 20 de junio del año pasado; que el adelanto de los alumnos es muy notable; que el Instituto está muy bien servido por marinos y profesores competentes; que en estos momentos hace la Escuela su primer crucero yendo en peregrinación patriótica hacia Santa Marta a visitar y cubrir de flores la primera tumba del Caudillo incomparable a quien debemos libertad y patria; que es progresivo e intenso el desarrollo del Astillero de Puerto Cabello; que actualmente se construye un Dique de acero para buques de 4.000 toneladas; y que ya se ha visto la conveniencia del Astillero por la construcción del guardacostas de que antes os he hablado.

El Gobierno ha adquirido en propiedad el terreno que en esta capital poseía la extinguida compañía del “Jockey Club Venezolano” con el fin de aplicarlo a concursos de agricultura y cría; y mientras éstos se realizan ha mejorado el Hipódromo, dándole mayor comodidad, ya para proporcionar a los aficionados a las carreras de caballos una distracción honesta, como para contribuir al mejoramiento de la especie equina.

Se ha organizado una Estación de semillas y plantas para llenar los fines de esta clase de establecimientos, o sea la implantación de nuevos cultivos tropicales.

Hace algunos meses que se encuentra en Caracas un inteligente Ingeniero Agrónomo, que ha hecho venir el Gobierno para el establecimiento de una Granja Modelo, donde los hijos del país estudien los cultivos y las industrias, tales como se practican en las naciones adelantadas; pero no se fijado aún el lugar adecuado para la fundación, porque he creído que vosotros sois los más llamados a hacerlo.

Notándose cierta contradicción en el artículo 23 de la Ley de Tierras Baldías en lo relativo a la forma del pago y en la manera de valorar la Deuda Nacional Interna Consolidada del 3 %, para zanjar la dificultad, el Ejecutivo Nacional, por resolución de 24 de noviembre último, optó por atenerse provisionalmente al pago en dinero efectivo.

En el año último, la enajenación de tierras baldías ha sido de 205 hectáreas y algunos millonésimos, en terrenos apropiados a la agricultura, y de seis leguas cuadradas y algunos millonésimos en terrenos de cría.

Creo de alta importancia para la regularidad administrativa, así como para el desembarazado ejercicio de las atribuciones del Ejecutivo Nacional, comunicaras que la ley de Tierras Baldías se ha prestado a erróneas interpretaciones, porque en las facultades concedidas al Ejecutivo, silencia la de arrendar, a tiempo que le conceden las de vender y donar. Semejante interpretación la juzgo absurda, porque es un axioma jurídico de que el que puede lo más, puede lo menos, y además la Constitución en su artículo 80, concede al Ejecutivo la administración de los Territorios Federales y de los terrenos baldíos, minas, salinas y renta de aguardiente; de manera que la facultad de administrar, implícitamente lleva envuelta la potestad del arrendamiento, porque tal es la estructura jurídica del mandato. Sin embargo de que no encuentro el punto cuestionable y de que no requiere interpretación, porque la primera regla de hermenéutica, es que no se debe interpretar lo que está claro, juzgo lo mejor, y espero que pensaréis idénticamente, introducir en la Ley sobre tierras baldías una reforma que incluya entre las facultades del Ejecutivo la de arrendar por determinado tiempo las tierras baldías y darlas en enfiteusis; bien entendido que para poblar y cultivar nuestro vasto territorio, se necesita abrir facilidades a la colonización e inmigración.

Otro punto se ha prestado a controversia, y es el referente a los productos naturales de los Estados, pues algunos creen que el Ejecutivo carece de facultades para celebrar contratos sobre los productos naturales existentes en terrenos baldíos que pertenezcan a los Estados, fundándose los que opinan por la negativa en el artículo 14 de la Ley de Tierras Baldías que establece que en los contratos de arrendamiento que celebre el Ejecutivo no deben comprenderse los productos naturales reservados a los Estados por la Constitución; pero como según esta Carta, el Ejecutivo tiene la facultad de administrar los terrenos baldíos, minas, salinas y renta de aguardiente, no podría hacer uso de esta atribución si quedasen excluidos los frutos naturales que son accesorios de los terrenos baldíos. Si entre éstos y los productos naturales se establecen diferencias y un régimen distinto para su adquisición, es decir, los Estados propietarios y el Ejecutivo administrador, podría ocurrir una colisión de poderes o de funciones.

A estas diferencias se opone la sana doctrina jurídica: los productos naturales existentes en terrenos baldíos son accesorios de dichos terrenos; y como lo accesorio sigue a lo principal, quien ejerce la administración de los terrenos, tiene racional, lógica y legalmente que ejercerla sobre los productos naturales.

Yo creo que este punto está virtualmente decidido por la Corte Federal y de Casación, cuyo alto Tribunal en su fallo de 15 de diciembre de 1909, recaído en un caso análogo, y considerando: que los Estados que forman la Unión Venezolana, al reservarse el derecho de disponer de sus productos naturales, lo habían hecho indicando la necesidad de sujetarse a la manera establecida: que el artículo 14 de la Ley de Tierras Baldías, al atribuir a los Gobiernos locales la facultad de celebrar contratos sobre dichas tierras, hacía nugatoria la atribución señalada a la Nación por la Constitución, declaró nulo el artículo denunciado, y aunque semejante decisión fija jurisprudencia en el punto concreto, espero que al ocuparos de la indispensable revisión de la Ley de Tierras Baldías, tengáis presente la citada determinación dictada por la Corte Federal y de Casación.

El Gobierno ha sufragado los gastos requeridos por la concurrencia de Venezuela a la exposición Internacional de Turín y nombrado el Comisario respectivo.

En el año de la cuenta se han celebrado por el Ministerio de Fomento doce contratos de interés público, expidiéndose ocho títulos de propiedad minera, catorce patentes de invención, ciento una marcas de fábrica y quince marcas de comercio.

Los impuestos mineros recaudados en el mismo lapso alcanzan a la suma de Bs. 11.799,28.

Se ha llevado a efecto la publicación del Anuario estadístico correspondiente al año de 1908, obra de gran importancia por los preciosos datos que contiene: la impresión importó Bs. 18.623,15 y el reparto de dicha obra se ha hecho profusa y cuidadosamente.

Los trabajos acometidos por la Dirección General de Estadística son de grande interés para el progreso de la República, como lo veréis en la Memoria respectiva.

En materia de Correos os diré: que existen en actividad 280 estafetas; que la división postal en circuitos ha dado muy buenos resultados; que el Contrato sobre servicio de correos se ha reformado en términos convenientes y equitativos; que el servicio de la Unión Postal Universal se hace con regularidad; que en el presente año se han cancelado las cuentas con todos los países; que se ha pagado la contribución a la Oficina Internacional de Berna; que la República concurrió al Congreso Postal del Uruguay; que se ha tomado en consideración el proyecto de la Gran Bretaña sobre cambio de Bultos Postales; que se estudia idéntico proyecto con la República de Panamá; que no ha sido posible aceptar las modificaciones que sobre la materia propuso el Imperio alemán por la diferencia de peso en los bultos; que ha sido reorganizada la contabilidad del ramo de Correos; que se ha publicado la tarifa de exportación de bulto postales, y dictándose otras medias importantes, como lo veréis en la respectiva Memoria.

La estampilla conmemorativa del Centenario comenzó a circular el 24 de junio del año pasado. Una nueva emisión se ordenó en noviembre último.

Existen en la República 180 estaciones telegráficas que funcionan con toda regularidad. El servicio es esmerado, inteligente y activo, de conformidad con los reglamentos expedidos por el Ejecutivo. En el último año ha producido el Telégrafo Bs. 207.069,10 y ocasionado un gasto de Bs. 1.718.934,20. La diferencia, apreciada numéricamente, es grande; pero está compensada con creces si tomamos en cuenta las grandes ventajas del servicio.

Razones de alta importancia aconsejaron el aplazamiento de la Conferencia telegráfica.

Las líneas se han extendido considerablemente, se han creado las Oficinas que esa extensión ha requerido, se han adquirido materiales en gran proporción, se han favorecido algunas líneas particulares y se han dictado otras medidas de que os instruirá la Memoria del Ramo.

Tengo la convicción, y así lo he expresado antes, de que sin vías de comunicación no pueden desarrollarse las industrias, y sin industrias no existe la riqueza nacional. De aquí que estime la apertura, mejora y conservación de los caminos como la más urgente de las obras públicas, a lo cual tiende mi decreto de 24 de junio del año pasado. En virtud de ese decreto, ocupase desde entonces el Ministerio del Ramo en el estudio de un plan que dé el resultado apetecido. Ese plan tiene que ser científico y metodizado, y mientras él se pone en ejecución se han abierto trabajos en algunas vías.

La atención a los caminos es tanto más urgente cuanto que nuestros ferrocarriles necesitan de mayor abastecimiento; y es menester fomentarlos en otras regiones, ya para la prosperidad de los industriales, como para aumentar la carga de los mismos ferrocarriles y predisponer la rebaja de las tarifas.

Además, el invento y explotación de los automóviles pide con urgencia la construcción del mayor número de carreteras, toda vez que estos vehículos pueden traer grandes ventajas al tráfico.

Durante el año de la cuenta, se han invertido en obras públicas las cantidades siguientes:



Aunque el detalle de estas obras lo encontraréis en la Memoria del Ramo, me permito llamar vuestra atención sobre las siguientes: Carretera Central del Táchira, que a más del servicio que prestará al movimiento comercial de aquel Estado, constituirá una parte muy importante de la gran vía terrestre de comunicación nacional que a través de aquel rico territorio enlazará los puertos fluviales más próximos tributarios del Lago de Maracaibo y del Orinoco; el edificio construido para las operaciones quirúrgicas, anexo al Hospital Vargas; la Biblioteca Nacional; la Oficina de los Telégrafos y Teléfonos nacionales; las Oficinas del Registro Público y Archivo Nacional; las reformas y ornamentación del Panteón; el Instituto Anatómico; las reparaciones de la Universidad Central; y la gran Avenida “19 de Diciembre”, que constituye la obra de más preciado ornato que hoy embellece a la Capital, precursora de su progresivo ensanche, y el más hermoso paseo de que hoy disfrutan sus habitantes.

Encontraréis entre lo gastado por obras públicas alguna cantidad aplicada a templos católicos; y aunque por nuestras instituciones no existe ningún culto público porque todos ellos están garantizados en su libertad, ejerce el Ejecutivo por esas mismas instituciones el derecho de Patronato eclesiástico y paga en gran parte el presupuesto de las Dignidades de la Iglesia. Además, ayudando las fábricas y ornamentación de los templos creo satisfacer los deseos de casi la totalidad de los venezolanos, que es católica, y especialmente las imposiciones de mi conciencia como convencido creyente; y si no bastasen a este respecto mis convicciones para autorizar estas erogaciones, os diré, valiéndome de las sabias expresiones de nuestro excelso Libertador; que la humanidad se rige por dos frenos, el de las leyes y el de la conciencia; que el primero está en poder de los Gobiernos, y el segundo en poder de las Religiones; y que cuando un Gobierno cuenta con ambas potestades, es indudablemente el más fuerte y el más útil a la sociedad.

Habiendo introducido la Compañía de Transporte de Encontrados un reclamo por los perjuicios que le había ocasionado una injusta y violenta resolución de la pasada dictadura, fue celebrado con el representante de dicha Compañía un arreglo por el cual se le pagan, en plazos determinados, Bs. 313.500, cediendo en cambio la Compañía al Gobierno el edificio que había construido para el servicio de la Aduana.

Se ha rescindido el contrato celebrado con el señor E. Stanley Simons sobre arrendamiento de la mina de asfalto “Inciarte” y de su ferrocarril, entregándose al contratista Bs. 64.000 como indemnización de los trabajos hechos en la reparación de edificios.

Durante las próximas festividades del Centenario de la Independencia se inaugurarán varias obras y monumentos, de los cuales os informará la Memoria del Ramo.

Al Congreso de estudiantes celebrado en Bogotá el año pasado con motivo de las fiestas centenarias, asistió una competente representación de Venezuela; y debo deciros que el Gobierno de la República de Colombia tuvo especial esmero en las atenciones que prodigó a los miembros del Congreso. De las deliberaciones de éste surgió el pensamiento de realizar en Caracas la segunda reunión, para la cual se ha fijado el 24 de julio próximo.

También se reunirá en los días de las fiestas centenarias el primer Congreso Venezolano de Medicina; y esto dará ocasión a evidenciar el adelanto de los estudios médicos en Venezuela. Para la reunión de este Congreso dictó el Ministerio del Ramo el Reglamento respectivo.

Algunas reformas útiles se han hecho en la Universidad Central, tanto en sus asignaturas como en su edificio, por tanto tiempo descuidado. Los estudios de Física, Química, Historia Natural y Bacteriología tendrán Gabinetes y Laboratorios adecuados. La Anatomía tendrá un Instituto que corresponda a las exigencias del ramo. El 25 de junio próximo se inaugurará el Instituto Anatómico, en conmemoración de la fecha en que el Libertador fundó la Facultad de Ciencias Médicas en 1827.

A los Gabinetes decretados por vosotros el año pasado, ha dispuesto el Ejecutivo agregar 4 de Física, 4 de Química y 4 juegos de láminas y mapas para el estudio de Historia Natural en los Colegios Federales que oportunamente se designen. Se han mandado a erogar las cantidades que importan estos Gabinetes, y a fin de que su adquisición en Europa se hiciese concienzuda e inteligentemente, se comisionó al efecto al ciudadano Vice-Rector de la Universidad Central.

El 30 de septiembre se crearon dos Inspectorías Generales de Instrucción Pública, dividiéndose la República en dos circunscripciones.

Con el fin de armonizar los estudios para el Bachillerato prescritos por el Código de Instrucción Pública, se dictó una resolución, y también otra referente al modo de obtener el grado de Maestro.

La señorita Antolina González, persona inteligente y de competencia, ha sido enviada a los Estados Unidos de Norte América a estudiar la carrera de Modista artística, para luego venir a Caracas a fundar un Instituto de esta índole. La mujer venezolana necesita abrirle esos horizontes de trabajo honesto, y creo que convendría que en las principales ciudades de la República es estableciesen institutos de artes, costuras, fabricación de flores, bordados, etc., donde las señoritas que lo deseen y necesiten, adquieran conocimientos que les proporcionen utilidades apreciables con que atender a las necesidades de la vida.

Ha entrado ya la mujer venezolana a estudiar Ciencias en nuestra Universidad Central, habiéndole tocado a la señorita Virginia Pereira Álvarez iniciar el luminoso derrotero.

Para las festividades del Centenario poseerá la Nación un gran lienzo pintado por nuestro laureado artista Tito Salas. Ese lienzo de grandes dimensiones será un tríptico que simbolizará la Apoteosis del Libertador.

Para el 31 de diciembre último existían en la República 1.627 planteles de Instrucción primaria, de los cuales eran de la Nación 1.029; de los Estados 214; Municipales 241 y privados 143. Se encontraban inscritos en estas Escuelas 51.647 alumnos, con una asistencia media de 37.164.

La Renta de la Instrucción Pública ofrece un cuadro por demás lisonjero, pues sus ingresos cubren holgadamente el presupuesto del servicio.

Por medio de la Gobernación del Distrito Federal, se han atendido, mejorado y construido muchas obras de utilidad y de ornato para la capital de la República, tales como calles, cloacas, jardines, plazas, paseos y monumentos; trabajos éstos siempre necesarios e indispensables en la época presente en que Caracas va a ser con motivo de las fiestas centenarias, visitada por nuestros compatriotas de los Estados y por un respetable número de extranjeros.

Os he hecho la sinopsis de la República, tal como la veo desapasionadamente. Cumpliendo mis promesas y tratando de corresponder a vuestra confianza, he procurado llenar mis deberes públicos, con toda cabalidad, sin pasiones de ninguna clase y también sin preocupaciones.

Si alguna deficiencia encontráis en mi labor, atribuidla a mis escasas aptitudes y de ninguna manera a dañadas intenciones, porque si la Providencia no me ha dotado de las excelsitudes del genio, en cambio me ha concedido un juicio recto, un corazón abierto a la generosidad y una conciencia que rechaza por instinto las seducciones del vicio.

Que mi obra, de que os doy cuenta, merezca vuestra aprobación y que vuestras labores sean tan fecundas para el bien de la República, como es eminente vuestro patriotismo, tales son mis más ardientes deseos.

Ciudadanos Senadores. Ciudadanos Diputados:

J. V. GÓMEZ.
Caracas, 19 de abril de 1911.

(Extraído del Libro “Mensajes Presidenciales”, Tomo IV, 1910-1939, Presidencia de la República, Caracas, 1971, Págs. 35-56).





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